Los maestros de Dios acercan más niños a Jesús

Catequesis cumple 50 años en Tiquicia

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Los maestros de Dios, los catequistas, no reciben un cinco por acercar a los niños a Jesús, pero sí muchas muestras de afecto que valen más que toda la riqueza del mundo.

“La gente cree que por servir a Dios uno está protegido siempre y no es así. Una vez, me despertaron los gritos de mis papás (ya están separados) y me fui muy mal a dar las clases. Llegué tarde, pero al entrar mis chiquitos me estaban esperando con un gran abrazo. Ese abrazo ayudó a que lograra tranquilizarme”, dijo el catequista Gabriel Ávila para explicar que la vida no es sencilla, pero con Dios de nuestro lado siempre habrá recompensa.

El gesto de los niños fue tan emotivo, que Ávila recuperó el ánimo, dio las clases y valoró con mayor intensidad el significado de ser un maestro de Dios.

Hoy Gabriel Ávila es catequista en Aguantafilo de Hatillo, una zona de riesgo donde ha encontrado angelitos con problemas muy particulares y muy diferentes a lo que ocurre en otras regiones donde ha estado.

“Es muy duro. El problema es que los padres se drogan o les pegan. Muchas veces se reúnen para contarse a quién del barrio mataron”, comentó Ávila con tristeza.

En cambio, a pocos kilómetros de allí, en Escazú, las situaciones que enfrentan los jóvenes son completamente diferentes.

“Ellos dicen que tienen problemas con la güila o que los papás se divorciaron. Todo es muy diferente, pero también es complicado para ellos aunque reflejan realidades distintas”.

A este tipos de situaciones se ha enfrentado el catecismo en Costa Rica, que precisamente el próximo 18 de noviembre celebrará el Encuentro Nacional de Catequesis, una cita que les permite compartir experiencias.

“Hemos cambiado el enfoque con los años. Hace mucho tiempo a los niños se les hablada de un Dios castigador y malo, pero eso está cambiando. Hoy se les habla de un Dios de amor, un amigo porque tratamos de que los niños se enamoren de Jesús”, dijo.

Explicó que antes los catequistas usaban pupitres, pizarra y daban clases como si se tratara de una escuela, pero esa práctica ha ido cambiado con el tiempo.

“El catecismo es un encuentro para hablar, jugar y escuchar”, comentó.

El catecismo prepara a los jóvenes para que tengan noción de quien es Dios, generalmente un niño lo completa cuando tiene 9 años y es la base fundamental para poder realizar la Primera Comunión. Con ella, las personas podrán comulgar, pero antes tuvieron que haber recibido los sacramentos del bautismo y la confesión.

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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