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Ministro de Educación vive en una minicueva, pero no es morado

Edgar Mora pintó la choza del color del Monstruo, pero ni siquiera le gusta el fútbol

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Cualquier saprissista de hueso colorado moriría por vivir en la "minicueva".

El nuevo ministro de Educación, Edgar Mora, vive en una casa morada, pero lo más curioso es que el funcionario no sigue al Deportivo Saprissa y ni le gusta el fútbol.

Más de uno que ha pasado frente a su vivienda, en el barrio El Prado, en Curridabat, debe salir pensando que ahí vive un morado de hueso colorado, pero nada que ver.

Mora le abrió las puertas de su hogar a La Teja para conversar sobre el particular color que eligió para pintarla, la cual sobresale hasta viéndola de reojo.

La choza tiene un sello tan característico que cuando nos dio la dirección nos dijo: "es una casa morada, no se pierde". Tenía razón, a su vivienda llega hasta Mister Magoo.

Don Edgar llegó a vivir a ese lugar hace 14 años, pero cuando compró el chozón de tres pisos, estaba pintada de azul, aunque tampoco es brumoso.

"Yo camino bastante, por lo que un día pasé por acá y vi que la casa tenía un rótulo de se vende y como yo estaba pensando en comprar casa para dejar de alquilar decidí llamar y ese día en la tarde ya la había comprado", recuerda Mora, quien aseguró que estaba enamorado de la vivienda desde hace tiempo atrás, por lo que no lo pensó dos veces cuando la pusieron a la venta.

La nueva cabeza del Ministerio de Educación Pública (MEP) nos confesó que tuvo una muy buena relación con el azul, pero como estudió en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, donde el azul salía hasta en la sopa se empachó de verlo.

"Llevaba años con ese azul y ya no me representaba, ya no nos llevábamos bien, entonces empecé a buscar alternativas y no conseguí una, conseguí tres (morado, rojo y amarillo), aunque tiene un color dominante que es el morado porque me parece sólido y sobrio, por lo menos para mí", agregó.

El recordó esa frase porque cuando comenzó a pintar la choza la vecina de a la par le preguntó: ¿Está loco? ¿Está seguro de lo que está haciendo? Ante las preguntas con tono de advertencia apocalíptica, don Edgar le dio la explicación sobre el porqué escogió el morado.

Y es que la vecina de don Edgar no fue la única que intentó hacerlo cambiar de opinión hace cuatro años, ya que la señora que contrató para que lo ayudara a conseguir la tonalidad del morado que quería también trató de lavarle el coco para que metiera reversa, pero el ministro tampoco le dio pelota.

Don Edgar contrató a un muchacho para que le pintara la choza porque a él le dan miedo las alturas, al punto que cuando se la estaban pintando jaló de ahí porque le dio "vértigo ajeno" y no deseaba pasar intranquilo pensando que el pintor se podía medio matar.

Mora escogió el morado no solo porque es sólido y sobrio, sino también porque en el morado encontró algo muy especial: la felicidad.

"Yo no creo en muchas cosas, pero en los colores sí, así que creo que se le meten a uno en el cuerpo y en el alma. Pienso que son una oportunidad para explorar transformaciones emocionales porque creo que contienen estados específicos", mencionó.

Además, Mora le encontró dos aliados muy peculiares al morado: el amarillo y el rojo. El primero lo colocó en los marcos de las ventanas y de las puertas y el segundo en la puerta principal por lo que la fachada de la casa es un sinónimo de alegría, el cual calza a la perfección con la personalidad del dueño.

El exalcalde de Curridabat dice que se enamoró tanto de su casa morada que cuando le toque otra manita repetirá la dosis, aunque eso signifique, una vez más, tener que aclararle a la gente que él no es saprissista.

"Sigo contento con el morado, apenas me caiga una platita de los ahorros que tengo la voy a volver a pintar de ese color porque me parece que todos los de esta casa hemos sido felices con ese morado", comentó.

Don Edgar cree tanto en el poder de los colores que hasta las camisas que usa son bastante coloridas. Además nos confesó que esa obsesión que tiene con el color de la casa la tiene con las medias, las cuales procura que siempre estén llenas de vida.

"El color lo puede deprimir a uno, el azul ya me tenía obstinado. Mi color favorito es el amarillo, pero me he educado y he entendido cuál es la función que ese color debe tener en mi casa", explicó.

Marcelo Poltronieri

Editor web, acomodador del periódico impreso y uno de los encargados de los posteos en las redes sociales de La Teja. Ha trabajado en Grupo Nación desde el 2012 en distintos productos y secciones. Es bachiller en Periodismo y licenciado en Producción Audiovisual en la Universidad Federada San Judas Tadeo.

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