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Murió el hombre que amaba los gallos y los paseaba por San José

Falleció en su natal y amado Puriscal el popular “domador” de gallos que tanta alegría le daba al centro de San José

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Martín Herrera Aguilar, muy conocido porque andaba un gallo en el hombro y así paseaba por muchos lugares, se fue de este mundo rodeado de su familia, lleno de abrazos y cerca de sus queridos animales.

Falleció el martes 22 de febrero en la tierra que lo vio nacer, Mastatal de Puriscal. Su querido gallo “Paquito”, uno de los más populares, había muerto dos años atrás.

Un cáncer de estómago apagó la vida de Martín, de 63 años y quien hasta en sus días finales se preocupó de que a sus gallos y gallinas se les diera agua y alimento y los trataran con amor, como lo hacía él.

Este “domador” de gallos, con quien todo el mundo tenía que ver en San José centro por la particular forma de llevar en el hombro y la cabeza a sus gallos, vivió cerca de 20 años en Concepción de Tres Ríos, ahí conoció a Yessenia Zúñiga Conejo, quien fue su amiga desde el 2010.

Fue ella quien nos contó de qué murió Martín y que él nunca dejó de buscar que sus mascotas estuvieran bien atendidas.

“La gran pasión de su vida eran sus gallos. En las últimas tres semanas ya se puso muy malito de salud y no podía ni levantarse de la cama, pero aun así no dejaba de llamar a sus gallos, quería verlos, saber que estaban bien”, explicó Yessenia.

“Siempre me decía que no le abandonara sus gallos, que les diera agua fresca y alimento. Es que Martín era un enamorado de los animales, cuando salía con sus gallos a San José echaba pan en el maletín para darles a los perritos callejeros que se encontraba”, dijo Yessenia.

Recordó que uno de los momentos más duros en la vida de Martín ocurrió hace dos años, cuando falleció “Paquito”, uno de los gallos más populares que tuvo y con el cual logró hasta fama mundial porque la agencia de noticias inglesa Reuters les hizo un reportaje fotográfico que fue publicado por periódicos de España, casi toda América y, por supuesto, en Inglaterra.

“Todos los que lo quisimos estamos tranquilos porque Martín falleció muy feliz, en medio de su familia puriscaleña, lleno de amor, de abrazos, de besos y con sus gallos porque la familia hizo hasta lo imposible por llevarle los gallos y gallinas y los dejaban entrar hasta el cuarto.

“Se fue rodeado de su gente y en paz con Dios porque tuvo la oportunidad de que llevaran un sacerdote, se confesó, le dieron los santos óleos y eso es muy lindo porque la vida le dio tiempo de arreglar todo. Claro, siempre tuvo miedo de que sus gallos se murieran de hambre cuando él faltara, pero al verlos en Puriscal, donde hay tanto campo, se tranquilizó”, detalló Yessenia, quien fue uno de los ángeles de Martín, lo mismo que Guillermo Bonilla, quien le alquilaba la casita donde vivía.

Hablamos también con Vanessa Herrera, sobrina de Martín y quien nos dijo que la misa y el entierro fueron en Mastatal.

Nos contó Vanessa que su tío tenía 7 hermanos y 15 sobrinos y que en sus últimos días en Puriscal fue atendido con mucho amor por sus hermanos Yeilyn, Juan Herrera y la esposa de este, Maritza Meza.

“En la familia entendimos perfectamente que la vida de tío Martín eran los gallos, por eso nos los trajimos de Tres Ríos para que él los viera y estuviera tranquilo. Se alegró mucho cuando los vio porque él llegó primero y a los dos días llegaron los gallos”, explicó la sobrina.

Es que si bien “Paquito” había fallecido, a Martín lo acompañaron sus otros amores: “Pepe”, “Pablo”, “Chumeco”, “Goliat” y “Tocoro”, entre otros.

Martín trabajó hace muchos años en Matapalo de Quepos como profesor de inglés en una escuela. En aquel tiempo era un carajillo de 26 años. Siempre le interesó aprender y por eso estudió inglés por correspondencia gracias a un programa que daba una universidad gringa desde Seattle. Era un curso de dos años y medio, pero él lo hizo en tres meses.

Cuando ya no quiso más dar clases se pasó a vivir a San José y le tocó trabajar en lo que fuera; fue bartender, salonero, guarda, puso una pulpería, en otro tiempo un abastecedor, les echó el hombro a los indigentes y hasta dio terapias.

En los últimos años se dedicó a traducir documentos y así lograba la plata suficiente para pagar el alquiler, comer y, lo principal para él: comprar la comida de sus adorados gallos.

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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