Tradicionalmente, los médicos prohibíamos la vida sexual durante la gestación porque no existían estudios que confirmaran los efectos que podía tener la sexualidad en la madre, en el niño y en el curso del embarazo.
Afortunadamente, la ciencia pudo sacudirse ese legado medieval y recientemente, nos ha señalado que durante un embarazo normal, la vida sexual no representa ningún riesgo.
Es más, algunos estudios indican que incluso propicia el buen pronóstico tanto de la madre como del niño. Por eso, hoy en día, la mayoría de las embarazadas reciben el visto bueno por parte del ginecólogo para que continúen con su intimidad a lo largo de los nueve meses.
Claro está, esto es cierto en el tanto el embarazo curse normalmente. Si se presentan algunas complicaciones como sangrados, amenazas de aborto, amenazas de parto prematuro o problemas placentarios; el médico señalará oportunamente la suspensión de las relaciones sexuales con penetración.
Es importante destacar que nunca prohibimos los besos, los abrazos ni las caricias, que son fuente fundamental de afecto en esta etapa.
Antes se temía que algunas posiciones sexuales dañaran al bebé o al cuello de la matriz. Hoy sabemos que las parejas pueden asumir libremente cualquier posición sin que sea peligroso. Desde luego, las parejas se acomodan a su gusto, tratando de lidiar con lo abultado del abdomen, que representa una limitación para cierto tipo de posiciones.
La población maneja una serie de mitos en torno a la sexualidad durante el embarazo. Por ejemplo, algunos dicen que el semen puede intoxicar o envenenar al bebé; otros temen que el pene golpee la cabecita del niño.
También se cree que las relaciones sexuales desencadenan los fenómenos de aborto y parto prematuro. Debemos tranquilizar a la población indicándoles que nada de eso es cierto.
La infidelidad o mantener relaciones sexuales con una nueva pareja, suele resultar una práctica altamente peligrosa. Existe la posibilidad de contagio de una enfermedad de transmisión sexual que puede resultar nefasta para el bebé.
La sexualidad, como la vivimos en Occidente, es una de las formas más intensas para expresar afecto y el embarazo es una de las etapas donde las parejas requieren, con urgencia, mostrarse el amor que se profesan. Por eso, las prácticas sexuales hoy se consideran parte fundamental de la vida de una pareja que espera la cigüeña.