Gabriel Putoy, un nicaragüense indígena exiliado en Costa Rica, vivió en carne propia los horrores de la dictadura de Daniel Ortega, luego de que lo acusaran, encarcelaran y torturaran, solamente por ser profesor.
Los horrores comenzaron en 2018, cuando el régimen comenzó lo que se conoce como “Operación de Limpieza”, con la que empezaron a perseguir personas que consideraban una amenaza para la dictadura.
Gabriel fue uno de ellos.
“Yo vivía en un municipio que se llama Masaya, de un barrio indígena llamado Monimbó. Soy profesor de matemáticas y en 2018 fuimos criminalizados por Ortega”, nos contó en entrevista.
¿Cuál fue su pecado? Ser religioso.
“Yo estaba trabajando para un colegio salesiano y los sábados iba a dar clases a una universidad católica. Siempre he trabajado con religiosos, y para mí era imposible pensar que iban a perseguir a sacerdotes o a la iglesia”.
“Soy salesiano, catequista, católico y, ¿mi delito? No,} trabajar como maestro en un colegio del gobierno.
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“Eso fue lo que ellos usaron para enjuiciarme. Mostraron una foto en la que estoy con un sacerdote y, me acusaron de ser terrorista, de crimen organizado, de tentativa contra la paz de la nación y, me condenaron a 122 años y medio de cárcel”.
Persecución
Según nos contó, incluso antes de ser enjuiciado por la dictadura, todos y cada uno de los días, iba al colegio en el que trabajaba, y eso le costó su empleo.
“La policía llegaba todos los días al frente del colegio y eso no daba una buena imagen para los muchachos, entonces me despidieron. Y no me dieron mi liquidación de más de 22 años de trabajo”, confesó.
“El único delito fue ir a trabajar con un sacerdote, profesar mi religión, porque ni siquiera participé en una sola marcha”.
Lamentablemente, lo peor estaba por venir.
“Fue un sábado de setiembre. Me dijeron que me andaban buscando, pero yo no quería creer, entonces no le presté mucha atención.
“Pero llegaron donde yo estaba y me detuvieron. Me llevaron a la delegación del municipio donde yo vivo y, de ahí, directo al Chipote en Managua”, recordó.
“Ahí comencé el proceso de interrogación y de tortura. Aunque ellos digan que no torturan, sí lo hacen.
“Te pegan sin haber cometido un delito, te echan agua fría, te ponen cosas en la comida para que no comas; te dejan en la celda durmiendo desnudo, te llevan a celdas oscuras donde no entra nada de luz, sin agua ni nada de lo básico.
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“Los procesos de interrogación son tres o cuatro veces al día, desde el primer día que lo secuestran a uno. Me preguntaban qué hacían los sacerdotes, si me habían dado armas, si es cierto que le habían dado un mortero a los manifestantes, cosas en las que yo nada tenía que ver”.
Bajo esas condiciones inhumanas, Gabriel tuvo que vivir por un año, hasta que Estados Unidos intervino y se realizó un proceso de amnistía, en el que se le liberó a él junto con otras personas.
Nueva vida
Si bien Gabriel logró salir de la cárcel, el hostigamiento de Ortega no se detuvo.
Mandaron a perseguir a su familia y, según nos contó, prácticamente, lo obligaron a tomar casa por cárcel. Hasta que, en 2020, emitieron una segunda orden de captura en su contra.
Esto lo obligó a, de la noche a la mañana, a huir de Nicaragua, sin un solo bien y dejando atrás a su familia, entre ellos dos hijos, que en ese momento tenían 6 y 7 años, todo para salvaguardar su vida y la de ellos.
Y si bien ha continuado desde suelo tico su activismo en pro de los derechos humanos de los nicaragüenses, los acontecimientos recientes le han dejado muy claro, que ni aquí están seguros de la dictadura.
“Quiero decir que, nosotros como nicaragüenses, agradecemos al pueblo de Costa Rica que ha sido una casa a puertas abiertas, pero, como refugiado, ver los últimos acontecimientos, como el asesinato de Jaime Ortega, el de Roberto Sancam, o el atentado contra Joao Maldonado, te dejan una estela de dudas en la cabeza”.
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“Dios mío, ¿qué está pasando? No podemos tapar el sol con un dedo, pero sí quiero ser enfático en que uno no se siente tan inseguro en Costa Rica como en Nicaragua.
“Bendito sea Dios, ustedes no han vivido una dictadura”, reflexionó.