Yeison Silva, un joven de origen nicaragüense, ayuda a cientos de personas amputadas en Costa Rica y Nicaragua, fabricándoles prótesis creadas con fibra de carbono con resina y personalizadas, a un precio económico.
Su negocio surgió después de que, en pandemia, un amigo del colegio sufrió un accidente y él no tenía suficiente dinero para comprar una prótesis, por lo que Silva, con sus conocimientos de pintura y escultura, le hizo una, devolviéndole la sonrisa al muchacho.
“Fuimos a algunos lugares donde vendían partes de bicicletas, a ferreterías, aquí en Liberia, a buscar productos que podían servir para hacer la prótesis. No tenía conocimiento profundo sobre el tema, pero le hice una y fue un éxito”, dijo.
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Desde entonces, cientos de personas lo han contactado para pedirle un dispositivo. Él empezó a aceptar los pedidos, con la esperanza de devolverles una sonrisa.
“Todo el mundo preguntaba por la prótesis, que dónde se la hizo porque, más que todo, era como una obra de arte. No solamente era funcional, sino también era muy artística, muy bonita”, explicó Silva, quien vino a Costa Rica a los 7 años junto con su mamá.
El muchacho, vecino de Liberia, recordó a un cliente que lo buscó para que le hiciera una prótesis. Él tenía 8 meses de no caminar; cuando se levantó y dio sus primeros pasos, su tía y su novia tenían ganas de llorar al verlo con la extremidad artificial.
Otra persona, quien era un adulto mayor de 80 años, tenía dificultades con su dispositivo, ya que su muñón era demasiado frágil. El señor no tenía mucha musculatura, entonces todo le molestaba. Para resolverle la situación, Silva contactó a los fabricantes y les pidió un material bastante delgado para hacerle una prótesis.
“Le hice tres sockets para ver cuál le quedaba mejor y el señor quedó contentísimo”, contó.
Se especializó con unos asiáticos
Después de que tuviera éxito con su primera prótesis, su pareja contactó a unos conocidos de origen asiático para que le ayudaran a Silva a enseñarle cómo crear este producto correctamente.
Durante tres meses, el joven aprendió a cómo trabajar con distintos materiales y herramientas que los asiáticos le proporcionaron para su formación.
“Me especialicé con ellos y empecé a fabricar prótesis con material de fibra de carbono, según el tipo de caminada y el peso de las personas”, comentó.
Ahora, ellos lo ayudan enviándole el material que necesita para crear las extremidades artificiales y venderlas tanto en Nicaragua como en Costa Rica.
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Le mete cariño a las prótesis
Cada pedido es personalizado; es decir, crea los dispositivos según el deseo del cliente, desde la forma hasta el diseño.
“No me gusta entregar un tubo pelado, siento que es como hacerlo al estilo pirata. Me parece como una ofensa. Le meto cariño y respeto las leyes del tema de las prótesis”, dijo Silva.
Además de meterle amor a las prótesis, el joven comprende las situaciones de sus clientes, especialmente de aquellos que son de pocos recursos. Por eso, reduce el precio para que ayudarles con la billetera.
Silva contó que una rodilla tiene un valor de ¢400.000 colones en el mercado, incluso puede llegar a costar ¢800.000, dependiendo de la marca.
A un cliente le ofreció ¢100.000 por la rodilla, así como un adaptador y un tubo en fibra carbono para que pudiera adaptarlo a su altura.
También le brindó su ayuda a otra persona para arreglarle un pie que se le dañó.
“Me dijo: ‘Quiero un socket y ese repuesto’. Entonces le dije: ‘Un socket anda en ¢400.000 colones. Se lo hago en ¢200.000 y le voy a regalar los repuestos. Son detallitos que hacen la diferencia”, contó el joven.
Amante del arte
El joven descubrió su pasión por el arte cuando era pequeño. Veía a su mamá, sus tíos y sus primos disfrutar de diferentes formas del arte.
Sus abuelos lo motivaron a seguir pintando y dibujando, comprándole lápices de colores y otros insumos.
“Vendí cuadros que yo hacía por pasión. Conocí a artistas reconocidos que creyeron en mí. Conocí a Jorge Jiménez Deredia, que me despertó el arte por el tema de escultura”, comentó.
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Aunque Silva fabrica prótesis, no abandonó por completo su pasión por la pintura y la escultura. Él vende cuadros y ayuda a un amigo a darle mantenimiento a sus obras.
Tanto la venta de las prótesis como el arte se han convertido en su forma de subsistir. Con el dinero que recibe, paga la comida, la casa y otras necesidades.
Su mayor sueño
Silva tiene un gran sueño y es crear artefactos médicos al alcance de todos.
“Es una tristeza que las personas que, aparte pierden sus extremidades, tienen que rebuscar un dineral para poder salir adelante. Me parece injusto de la sociedad. Este negocio para mí ha significado ser más humanista”, dijo.
El joven comentó que le gustaría crear una línea de productos para regalarle a la gente que necesita alguna prótesis.
Además, expresó que donarles a las personas alguna pieza es una forma de demostrar algún granito de agradecimiento a todo lo bueno que el país le ha dado.
Si usted necesita una prótesis o conoce a alguien, puede contactar a Yeison Silva al teléfono 8422-8860.