Novelón: "Yo quería morir con mi madre"

Luz Miriam Cerdas tenía 16 años cuando la tragedia golpeó a su familia. Pasó cinco horas atrapada por el barro después de un deslave y con algunas partes del cuerpo quemadas.

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Luz Miriam Cerdas Chinchilla es una mujer serena, habla con calma y asegura que ella es un ejemplo de que los milagros existen.

Y dice la verdad. Luz es una de las tres personas sobrevivientes de un terraplén que acabó con la vida de siete miembros de su familia el 25 de agosto de 1971 en Roblar, en Palo Seco de Parrita.

Junto con Luz (que tenía entonces 16 años), se salvaron sus hermanos Olmidas, de 14 años, y José Alberto, de 11 años.

El cerro donde estaba su humilde casa cedió por tanta agua que había caído y acabó con la vida de su mamá, Benilda, de 35 años; su papá Malaquías, de 40 años; su tío Ángel Cerdas, de 38 años, y sus hermanos Héctor, de 17 años; Luis, de 8 años; Delio, de 6 años y María Eugenia, de apenas 3 añitos.

A los 63 años, Luz dice ahora que no recuerda nada del momento trágico que vivió su familia. Ella fue la que llevó la peor parte de los los sobrevivientes.

Una vez que el derrumbe se llevó a su paso, a eso de las 5 p.m. y mientras caía un terrible aguacero, sus hermanos sobrevivientes salieron a buscar ayuda.

Las primeras personas que llegaron a tratar de auxiliar a la familia Cerdas Chinchilla aparecieron a eso de las 11 p.m. Para entonces Luz llevaba ya unas seis horas prensada entre el barro y los escombros de la que fue su casa.

Cuando al fin lograron rescatarla se llevaron una sorpresa muy mala. Luz se había quemado.

"Lo único que recuerdo es que yo estaba en el fogón con el resto de la familia, no recuerdo qué estaba haciendo, pero con el terraplén me cayeron las ollas con agua caliente encima y estaba todo mi cuerpo quemado, las peores partes fueron las piernas", señala.

Aunque Luz no recuerda los detalles, un artículo publicado en La Nación el 28 de agosto de 1971, en el que se informaba de la tragedia recoge algunas declaraciones que ella dio en aquellos días.

"Toda la familia estaba reunida para comer. Yo estaba en la cocina quitando ollas del fogón para servirlas en la mesa y de pronto oí un ruidal, algo aplastó la casa y a todos. Me di cuenta de que estaba boca abajo, oprimida por algo y sentía un dolor de quemaduras en mis piernas y en el estómago. Tenía oprimida la mano de mi mamá, me di cuenta de que estaba muerta, tenía la cara cubierta de barro, no respiraba, se había ahogado.

"Yo no podía moverme, lo único que podía hacer era agitar la mano. No sé cuánto tiempo pasó, luego vi luces, oí gente. Me sacaron y sentía espantosos dolores, no quería que me sacaran, deseaba morir con mamá, pero tengo que ver por mi papá y mis hermanos".

Esto lo contó mientras estaba en el hospital de Quepos y no sabía que su papá y cuatro de sus hermanos también habían fallecido.

Luz explica ahora que conforme pasaba el tiempo y ella seguía hospitalizada y no llegaban ni su papá ni sus hermanitos a visitarla, sospechó que estaban muertos. Estuvo internada cinco meses, mientras le curaban las terribles quemaduras que sufrió y de las que aún tiene cicatrices.

Asegura que durante su estancia en el centro médico y en el resto de su vida como huérfana, siempre Dios le puso ángeles en su camino que le hicieron posible salir adelante a pesar de tan difícil situación.

Luego de la tragedia estuvieron con su abuelo paterno. Después rodaron por las casas de familiares.

Luz vive actualmente en Los Guido, en Desamparados, y trabajó desde muy jovencita en fábricas, estudió en un colegio nocturno y enfermería en la Universidad de Costa Rica gracias a una beca y a un ángel que le dijo que pidiera ese beneficio para sacar un título. Esa es, sin duda, una profesión que le permitió ayudar a aliviar el dolor de muchas personas. Ahora está pensionada y disfruta el placer de ser abuela.

Ileana Vargas

Periodista de espectáculos con 10 años de laborar en Grupo Nación.

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