“Es nuestra responsabilidad como pastores de la Iglesia afrontar estos dolorosos casos en que un sacerdote comete un abuso sexual contra un menor de edad. En este mismo espacio, me manifestaba al respecto, el pasado 28 de agosto: estos actos que la Iglesia ni desea ni alienta, deben ser extirpados de su seno, desde luego, de la sociedad en general también, pero nuestra responsabilidad es dar esperanza, para hacer vida las palabras de Jesús: ‘Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de quienes son como ellos’, asegura el obispo de Ciudad Quesada, monseñor José Manuel Garita.
Se realizó entre el jueves 21 y domingo 24 de febrero el encuentro “La Protección de los Menores en la Iglesia” en un fuerte y decidido llamado del Papa Francisco a los obispos de todo el mundo para enfrentar “la gravedad de la plaga de los abusos sexuales”.
“Si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad”, expresó el Pontífice quien señaló que en estos casos dolorosos ve “la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los pequeños”.
Afirma el padre que “como expresó su Santidad, debemos colaborar juntos ‘para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias. Y esto solo se puede hacer en un ambiente sano, libre de sospechas, para acabar con este flagelo social que maltrata a los niños'".
Por eso explica el obispo de Ciudad Quesada que “el principal objetivo es cuidar a los menores. Jesucristo nos ha hecho un llamado claro para protegerlos, para recibirles y transmitirles el Evangelio. Cualquier situación diferente a esto, no refleja el rostro misericordioso de Dios ni de la Iglesia”.