Este miércoles arrancó la campaña electoral para las presidenciales de febrero. Y justo cuando necesitamos la crema y nata para el primer gobierno postpandemia, brotan candidatos como abejones en mayo.
El 6 de febrero del 2022, en la intimidad del recinto electoral, a cada tico le resultará más fácil llenar el álbum de Panini, con todos los Mundiales de Fútbol juntos, que identificar a su candidato en una gran papeleta con 26 jachas.
Lo más lamentable, en momentos tan críticos, es que este montón de “presidenciables” son parte de las jugadas que montan grupos políticos para atarantarnos y beneficiarse ellos, como lo explica en La Teja el politólogo Sergio Araya.
Y es que ese grupo de aspirantes lo engordan los partidos pequeños creados por un partido grande únicamente para robarles votos a los rivales. Estos aparentan ser independientes, pero siguen órdenes de un partido mayor. Se les llama “tureca”, palabra poco usada ahora que se refiere a una trampa para cazar pájaros.
También están los partidos cascarón (creados de emergencia para darle candidatura a alguien, pero sin bases sólidas ni organización amplia y fuerte). Y también tienen su lugar los partidos “taxi”, en los que un aspirante se monta para unas elecciones y se baja al día siguiente de las elecciones porque perdió.
Ese juego de los políticos es indignante y más en momentos tan sensibles. Este consejo nos da Sergio Araya: “Los votantes deben tener una muy buena malicia indígena para identificar a aquellos que no saben ni dónde están parados, pero luchan por ser presidentes. Malicia para entender cuál candidato tiene un verdadero espíritu de servicio y no de servirse”. ¡Está rudo!