Primero nosotros y el resto que se acomode. La Unión Médica Nacional pidió a la Caja del Seguro sacar del primer grupo por vacunar contra el covid-19 al personal administrativo cuya labor no exige contacto directo con pacientes. El gesto se ve muy noble, pero es que ni siquiera debería plantearse.
Y todavía hay más. Si la Caja ofrece préstamos para vivienda con tasas preferenciales, la mentalidad burocrática dicta como primer beneficiario al empleado. Si administra las pensiones, lo más natural es regalar una a sus funcionarios, y si pone vacunas, primero están los oficinistas del edificio de la avenida segunda, aunque estén en teletrabajo, o sea en la choza. No importa su edad o buena salud.
Encargados de la administración de tecnología y las gerencias de pensiones o finanzas, entre otros, fueron incluidos en el primer grupo donde está el personal de primera línea en la lucha contra la pandemia. No hay razón alguna.
Un funcionario de la Caja en Teletrabajo, con 25 años y buen estado de salud, no pertenece siquiera al segundo grupo, donde están los mayores de 58 años y personas con factores de riesgo. Independientemente de para quién trabaja, debe estar entre los últimos vacunados. Si en lugar de contador fuera recepcionista en una clínica, su vacunación sería prioritaria, como la de residentes y trabajadores de hogares de ancianos, cuerpos de socorro y policías.
Lo dicho para la Caja vale para el Ministerio de Salud, cuyo personal administrativo ajeno a actividades de inspección, vacunación y otras que los pongan en riesgo deben ocupar su lugar en la fila como cualquier otro mortal.