No es uno, sino varios incendios los que en este momento devoran la selva del Amazonas, en Brasil.
El tema para los ticos que estamos preocupados por el IVA, el desempleo, y más interesados en el campeonato de bola local, y en el humildito torneo de la Concacaf, nos puede sonar lejano y que en nada nos afecta. Nada más alejado de la realidad.
Esta selva es el pulmón del mundo, y el efecto de los incendios va mucho más allá de la zona quemada. El humo, y las partículas en la atmósfera afectan a varios países.
La selva amazónica es una maravilla ecológica en la que habita una décima parte de todas las especies del mundo y ayudan a regular la temperatura de todo el planeta, es decir, si la selva sufre, el calentamiento global es aún más aterrador.
Dicen los expertos que los incendios están ocurriendo a un ritmo récord y los científicos advierten que podría ser un golpe devastador a la lucha contra el cambio climático.
Y desgraciadamente la mayor parte de la selva amazónica se encuentra en Brasil , el 20% de ella se ha perdido debido a la deforestación, un área más grande que Francia.
Y digo desgraciadamente que está Brasil porque este gran país es gobernado por un animal (con el perdón de los animales) llamado Jair Bolsonaro, “El Trump de los trópicos”.
La mayoría de los incendios fueron iniciados por los agricultores, que buscan limpiar el área para cultivar.
Paralelamente Bolsonaro ya considera una serie de proyectos de ley destinados a abrir las tierras indígenas a actividades altamente contaminantes y destructoras como la minería.
“El alarmante aumento de los incendios en la Amazonia brasileña se debe en gran parte al avance de la deforestación y no a la temporada seca, como sostiene el gobierno de Jair Bolsonaro”, explica Paulo Moutinho, del IPAM, una organismo de investigación amazónico.
Los organismos internacionales, como la OEA y la ONU, deben considerar actuar con mano dura contra criminales ecológicos, así como lo han hecho contra criminales de guerra y genocidas