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OPINIÓN: Estados Unidos no puede respirar por la discriminación más que por el COVID-19

El desalmado asesinato de George Floyd en manos, o más bien, en la rodilla de un policía blanco golpea más fuerte que la pandemia

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Aunque uno de los síntomas del COVID-19 son los serios problemas para respirar, hoy Estados Unidos pierde la respiración más por sus serios problemas de discriminación y racismo que por la pandemia del coronavirus.

George Floyd, papá de una chiquita de seis años, exguardia de seguridad y quien había perdido su trabajo como millones de personas en el mundo por la pandemia, fue detenido por la policía después de que el empleado de un súper lo denunciara por intentar pagar con un billete falso de $20. Esto fue el 25 de mayo.

Cuando fue capturado un policía blanco puso la rodilla sobre el cuello de Floyd y lo prensó contra el asfalto durante varios minutos. Ya estaba esposado y pese a sus continuas súplicas de que no podía respirar -I can’t breathe-, el oficial no lo soltó y Floyd falleció humillado por el oficial y por unos once mil colones.

Desde entonces la frase I can’t breathe (no puedo respirar) se convirtió en un grito desesperado de los que defienden la dignidad y los derechos de los seres humanos. Este es el lema de los peores disturbios raciales en EE.UU. desde el asesinato, en 1968, de Martin Luther King, el histórico líder por los derechos de los afrodescendientes.

A pesar de que el COVID-19 ha dejado unos 100 mil fallecidos en ese país, la pandemia está en un segundo plano, el conflicto por la igualdad hoy es más relevante.

Y es que las divisiones y la discriminación por el color de piel, por las creencias religiosas y por las preferencias sexuales son más dañinas y contagiosas que cualquier virus, como el que hoy golpea a toda la raza humana.

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