¡Pura vida!, y sacamos caja al decirlo. Pero cuando reflexionamos sobre esa expresión y la realidad que nos golpea, el asunto cambia.
La pandemia no solo es solo de covid-19, la pandemia es de valores mancillados, de ver que somos como cualquier otro país latinoamericano, llenos de corrupción en todos los frentes, y el pueblo pagando la fiesta.
El país del pura vida se ha llenado de cementazos, de huecos fiscales, de trochas, y de operativos con toda clase de nombres: Azteca, Cochinilla y ahora Diamante. Hasta la famosa serie Los Simpson profetizó lo que veríamos este lunes.
Seis alcaldes, entre ellos Johnny Araya Monge y Mario Redondo Poveda, son investigados porque, según el OIJ, Meco los “compró” con dinero en efectivo, carros y hasta mantenimiento de casas, para conseguir licitaciones de obras públicas.
Narco ligado con entidades públicas, la Asamblea Legislativa enlodada. Hasta el cuello de corrupción.
Y se suma la oscuridad de FARO, el polémico cuestionario que se les aplicó a los escolares de quinto grado y exigía más 600 respuestas, incluyendo muchas de índole personal.
No fue revisado por nadie, se vulneraron los derechos de los niños, la privacidad de las familias. Tampoco fue revisado por el Consejo Superior de Educación (CSE).
Cayeron la Ministra de Educación, Giselle Cruz Maduro; la viceministra académica, Melania Brenes Monge y el director de Gestión y Evaluación de Calidad, Pablo Mena. Debe caer también el Consejo Superior de Educación, por FARO y por la crisis integral del sistema educativo.
Nuestro pura vida es irónico y ni la Sele ayuda.