Cuesta imaginarse ver al “conquistador” Agustín Lleida tomándose un yodito, en paz y armonía, con el ser supremo del Team, Jafet Soto.
Pero este mundo está tan loco que esos casi imposibles encuentros pueden darse en cualquier momento, como ocurre hoy con la Uccanep, la increíble alianza entre la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep) y los sindicatos como Anep.
El propósito de estos extremistas es descarrilar el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y el método, tantas veces ensayado, es unir a los sectores afectados sin importar las contradicciones entre ellos y con el solo objetivo de impedir la concreción de una política pública. Así como hemos visto grupos de “intelectuales” traileros de repente desvelados por las políticas educativas, ahora contemplamos la inquietud sindical por el impuesto a las casas de lujo y la renta global.
Ese combazo no debería sorprender, la organización empresarial ya había demostrado a las demás su valía mediante el rescate del fracasado movimiento de Célimo Guido, semanas antes abandonado por José Miguel Corrales, quien alegó infiltración del narcotráfico. Esas revueltas tenían por propósito impedir un convenio con el FMI, como lo pretenden nuevamente.
La Uccanep en aquél momento se cuidó de no tocar los intereses más caros a cada uno de sus integrantes. Ahora pide la oportunidad de hacer lo mismo y dejar al país sin acuerdo con el FMI. Los empresarios serios del país deben dejar de hacerse representar así.