Volvemos con la doble moral de los ticos.
En la calle nos llega de repente ese inconfundible olor. Con frecuencia cuando vamos caminando nos pasa un carro a la par y no nos asfixia al humo de la mufla, sino el humarascal que se escapa por las ventanas de lo que van quemando sus ocupantes.
Esta es una realidad. Y mientras vivimos ahogados en mota, un grupo de diputados, entre ellos los de Restauración Nacional y otros grupos caen en cruz por el proyecto de ley que autorizaría la producción de cannabis con fines medicinales y el cáñamo con objetivos industriales.
Apoyo al grupo de 14 legisladores que le insiste al Gobierno, una vez más, meter en la agenda del Congreso esa iniciativa que ayudará a la reactivación económica y a la urgente creación de bretes.
El liberacionista Carlos Ricardo Benavides asegura que el país está perdiendo la oportunidad de ingresar al mercado del cáñamo que mundialmente mueve $5.200 millones.
La visión humanitaria de la diputada Zoila Rosa Volio es muy clara: “Cada día que pasa, más pacientes crónicos con efecto de sus enfermedades como convulsiones, esclerosis múltiples, fibromialgia y en muchos casos el cáncer, están obligados a comprar gotas que se extraen de las cannabáceas en un mercado totalmente ilícito, sin controles de calidad”.
Nos guste o no, la mota de consumo recreacional anda por la libre y nada bueno nos aporta. Pero sí brincamos por un proyecto que por ningún lado habla de permitir la liberación de la marihuna, el texto es muy claro en cuanto a los controles de producción, industrialización y comercializacion. Dejémonos de palanganeos.