Las cifras de horror son tristemente claritas. Cuando las autoridades de salud hace un año anunciaron la compra de tres mil bolsas para cadáveres, víctimas del covid-19, no dudo que la mayoría de los que escucharon el dato lo catalogaron de exagerado.
Hoy esa cifra se quedó corta. Se han utilizado 6.620 bolsas para cadáveres (cada fallecido requiere dos bolsas de nivel bioseguridad 3). Y luego de la primera compra la Caja hizo dos pedidos más de tres mil unidades cada uno.
La cifra asusta, sí, pero a las personas conscientes, responsables, porque a pesar de esos fríos números de bolsas, este martes hubo 1304 casos nuevos de contagiados, 20 fallecidos y 1091 hospitalizados. El virus anda suelto en los 82 cantones.
Pero seguimos viendo megafiestas, gente irresponsable que las fomentan y artistas que se apuntan. Y si no son megafiestas se hacen reuniones ilegales en casas para tomar guaro y enfiestarse.
¡Qué sensación de impotencia y frustración más grande deben sentir los funcionarios de ebáis, clínicas y hospitales quienes a pesar de sus esfuerzos, estresantes jornadas, y los riesgos a los que se ven sometidos, lejos de ver las cifras bajar más bien ven como ya no hay campo en hospitales!
Si no fuera por el juramento que hicieron, o porque muchos de los pacientes pueden haberse contagiado de forma accidental, no sé cuantos integranes del ejército blanco ya hubieran tirado el tapón.
¡Qué sensación de impotencia y frustración más grande deben sentir los funcionarios de ebáis, clínicas y hospitales al ver bochinches en media calle, gritos y golpes por una lata de atún o un mal modo!
Nos ganamos lo que estamos viviendo.