¿Quiénes son los que cada inicio de curso lectivo hacen miles de sacrificios para mandar a sus hijos a las aulas?, ¿quiénes son los que viven en carreras para ayudar a sus chiquitos con las tareas y proyectos?, ¿quiénes son los que sueñan que sus hijos, por medio de la educación, tengan un mejor futuro?
Todos sabemos quiénes son. Entonces pregunto, ¿por qué los sacrificados papás y mamás no se hacen sentir y exigen a los maestros y profesores que dejen la vagancia y se pongan a trabajar como Dios manda?
Son miles de millones de colones los que dedica este país a la educación pública, pero los resultados no se ven por la mala calidad de educadores y la falta de vocación de muchos.
Los líderes de la marcha de blanco, quienes se manifestaron el domingo, deberían ser más vehementes para incorporar en sus filas a este montón de padres de familia que ven como los derechos a la educación de sus hijos son violados a cada rato.
Estos indignados papás y mamás también deben hacerse sentir ante los diputados para que aprueben la prohibición a la huelga en servicios esenciales como la educación y comedores escolares.
Y es que con la nueva jornada de protestas que anunciaron los sindicatos de educación para el 2 y 3 de setiembre, en doce meses los profesores sumarán 103 días en huelga mientras que los maestros llegarán a 93.
Con esas cifras, más la larga huelga del año pasado de 89 días, qué le espera a esta generación de estudiantes con serios vacíos en su formación académica. Tatas levanten la voz, es por sus hijos.