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Padre e hijo formaron parte del equipo que separó a los siameses

Juan Luis Segura es el doctor que lideró exitosa operación para separar a Samuel y a Ezequiel

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Juan Luis Segura, doctor que lideró la separación de los siameses Samuel y Ezequiel, nunca olvidará esa cirugía por razones profesionales y personales.

Además de ser su "graduación" como médico neurocirujano, en ella trabajó con su hijo, que se llama también Juan Luis.

El hijo único del doc tiene 26 años, es médico general y labora en el Hospital Nacional de Niños, por lo cual le tocó formar parte del grupo que separó exitosamente a los chiquitos.

Aunque la operación marca un antes y un después en la medicina costarricense, el hecho de que don Juan Luis pudiera compartir el quirófano con su hijo en un evento importantísimo en el plano más íntimo.

La Teja habló con el neurocirujano, quien nos contó detalles de la complicadísima intervención a los bebés, que se recuperan de lo más bien y esta semana empezarían la terapia física.

-¿Qué experiencia lo llevó a liderar una operación de este calibre?

Básicamente la experiencia la obtuve aquí y en el hospital San Juan de Dios, como médico cirujano. Soy muy criollo porque soy hecho aquí, en Costa Rica, y formado por costarricenses.

-Para conocer un poquito más de usted, cuéntenos de su familia...

Yo estoy casado, mi esposa es farmacéutica, pero no ejerce y mi hijo es médico y también estuvo en la cirugía, así que tuve el honor de compartirla con él.

-¿Quién es su hijo?

Mi hijo se llama Juan Luis Segura Masís, tiene 26 años y labora como médico general.

-¿Ustedes dos eran los únicos parientes que estuvieron trabajando en la operación?

Familiares de sangre sí, porque en Neurocirugía siempre nos hemos considerado una familia.

-¿Y qué significó trabajar en una cirugía como estas con su hijo a la par?

Fue un orgullo inmenso como padre. Es que uno siempre se siente orgulloso de todo lo que uno hace con ellos, sacar a su hijo al parque o a comerse un helado es así, pero compartir esto y tenerlo a la par es un orgullo indescriptible como padre, una emoción muy grande.

-¿Cuándo le informó a su hijo que iba a participar en la operación?

El día antes porque como él está asignado como medico general no sabía si iba a tener que ayudar, pero yo le dije que no hiciera planes para ese día porque necesitábamos soporte, así que al final estuvo las veinte horas.

-¿Y cuándo supo usted que iba a liderar la operación?

Cuando nos informaron que había unos siameses con esa condición puede ser hace unos dos años y dos meses, lo que tienen ellos de vida. Uno empieza a darle vuelta porque uno está cerca. En todo momento comenzamos a meditar y a maquinar.

Además, no fue que yo me di cuenta, yo tomé la decisión de qué día se hacía porque yo estaba con el caso, así que entre mis compañeros y yo tomamos la decisión porque vimos que ellos estaban con buena salud, así que tomamos la decisión para el viernes para no darle más largas al asunto. Ellos han tenido sus problemas de salud, así que aprovechemos el momento porque estaban bien.

-Es una decisión que requiere valentía...

Eso me han dicho, que qué valiente, pero no se trata de valentía, era algo que nada más había que hacerlo.

-¿Hubo algo en la operación que no saliera como ustedes lo imaginaban?

Sí, por ejemplo, esperábamos que unas venas y arterias en la parte de afuera de la cabeza eran las que iban a dar mayor problema, pero no, eso lo resolvimos y no nos costó tanto. El problema es que eso se presentaba dentro del cerebro unas dos o tres veces más, así que eran las mismas estructuras, fue muy complejo porque a lo interno también lo teníamos y no lo sabíamos.

-¿Qué le pasa por la cabeza cuando ve que están perdiendo a Samuel?

De todo. Es una sensación de desesperación por que se te está yendo uno de los pacientes, es de angustia, de pensar que no pudiste cumplir la labor, todo eso se piensa mientras se trata de sacar adelante al paciente.

-¿Costó mucho regresarlo a la vida?

Pues los anestesiólogos hiceron un excelente trabajo, pero sí les costó bastante regresarlo. Y no hablo solo de tiempo, sino de la dificultad para que reaccione, fueron varios minutos.

-¿Qué fue lo primero que hizo cuando terminaron la operación?

Darle gracias a Dios por haber llevado a buen puerto la cirugía.

-¿Se fue para su casa o se quedó en el hospital?

Valoré quedarme, pero como la doctora (Olga Arguedas, directora del HNN) nos convocó al otro día temprano para la conferencia de prensa. No me pareció bien no llegar bien presentado, por lo que mejor me fui a la casa y así me podía duchar y llegar más presentable.

-¿Y descansó algo en su casa?

Tener la cabeza en la almohada y estar con los ojos cerrados no es lo mismo que dormir. Estaba con la preocupación de si se complicarían (los chiquitos), por eso uno no descansa, uno lo que hace es reposar un par de horas y nada de sueño profundo porque tras de eso ya eran como las cinco de la mañana.

-¿Y al día de hoy (miércoles 28 de febrero) ha podido dormir bien?

Todavía no he podido dormir tranquilo, cuando me iba a dormir le avisan que uno de ellos tuvo un sangrado y siempre está uno con esa angustia de que no suene el teléfono.

-¿Ha recibido reconocimientos por el trabajo?

De mucha gente, sobre todo de los familiares, de colegas de otros hospitales que están muy contentos, de modo que sí ha habido llamadas y con esto del WhatssApp no lo llaman a uno para no interrumpirlo, le dicen a uno... Aunque uno no hace esto por reconocimientos, cuando uno ve que un muchacho de aseo lo felicita uno agradece porque siente que se reconoce que uno quiere hacer las cosas bien.

-¿Esperaban que la operación durara tantas horas?

Para nada, uno entra a una cirugía, como dice uno, sabe cuándo entra, pero no sabe cuándo va a salir. No pretendíamos un récord de longitud, era hacerlo bien para recuperarlos.

-¿Y hace usted algo para soportar jornadas como la de esa operación?

Hay varias cosas que usualmente hago, por ejemplo, trato de ir a correr en las madrugadas y los sábados trato de ir a caminar a la montaña con mi esposa. Trato de mantenerme activo para estar en las condiciones adecuadas que los pacientes necesitan.

-¿Da hambre, sueño o cansancio en ese tipo de retos?

Realmente da un poquito de todo, pero después de muchas horas, porque la adrenalina lo mantiene a uno así, pero a las dos (de la tarde) les dije que salieran a comer algo, como una orden y casi que a la fuerza y cuando volvieron ellos fuimos nosotros. Luego a las diez de la noche nos tomamos un café para mantenernos activos.

-¿Imaginó que en algún momento le iba a tocar realizar una operación de este tipo?

Cuando salía a correr a La Sabana, porque tengo años de trotar, yo pasaba siempre meditándolo y me preguntaba si algún día me iba a tocar un caso de siameses así. Pensaba que iba a ser el máximo reto de mi carrera, aunque, le confieso, es raro porque uno no desea estos casos porque sabe que es un sufrimiento para alguna familia.

-¿Cómo se prepara uno para un reto como estos?

En el 2013 me tocó un caso similar, cuando nacieron unas siamesas acá en Costa Rica, pero una nació muerta e igual hubo que operarla y también me tocó esa cirugía. En ese caso sacamos viva a la otra bebé que actualmente está viva; de hecho, la mamá me manda videos de ella, que actualmente está en el kínder y cuando me tocó (la cirugía de esa niña) pensaba si me iría a tocar algo más difícil y me tocó el de ahora, así que en las próximas carreras mejor ya no pienso si me me va a tocar algo peor.

-Muchos profesionales se pensionan y no tienen una oportunidad como estas, ¿usted siente que cuando se pensione lo va a hacer tranquilo en ese sentido?

La verdad es que uno se queda con esa sensación, salados los jóvenes que no saben si eso les va a tocar (ríe), pero uno se queda con la sensación de que hizo algo diferente a los demás.

Marcelo Poltronieri

Editor web, acomodador del periódico impreso y uno de los encargados de los posteos en las redes sociales de La Teja. Ha trabajado en Grupo Nación desde el 2012 en distintos productos y secciones. Es bachiller en Periodismo y licenciado en Producción Audiovisual en la Universidad Federada San Judas Tadeo.

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