Katherine Vega y su esposo Geiner Huertas se quedaron sin trabajo en marzo del año pasado cuando llegó al país la pandemia de covid-19.
La pareja tenía un bebito de dos años y, como es natural, no podía sentarse a esperar que las aguas volvieran a su nivel.
Ambos trabajaban en Puerto Viejo de Sarapiquí, Geiner en una empresa de turismo y Katherine en un restaurante.
Esa linda zona del país es principalmente agrícola y de turismo rural; así que cuando los esposos vieron sacudida su principal fuente de ingresos hicieron un giro hacia otra actividad común en el área y de la cual ya conocían algo.
Sabían algo del cacao porque un pariente de Geiner tenía una finca donde ofrecía tours en los cuales se explica cómo se siembra, se cuida, se cosecha y se procesa el grano para obtener el chocolate. Con eso claro, Geiner y Katherine se lanzaron de una a ese campo.
En julio del 2020 empezaron la aventura de Choco Creek, el nombre que les pusieron a sus chocolates y desde entonces no paran de pulsearla.
Compran cada fruto en 200 colones y empiezan todo el largo proceso hasta obtener el producto final. No es fácil, pero ellos no se dan por vencidos.
“Empezamos con la semilla tostada así como las habas de cacao (la semilla quebrada, sin cáscara) que ofrecemos en presentaciones de 100, 250 y 500 gramos. También ofrecemos el licor de cacao, que es como decir la pasta y solo la damos en 100 gramos”, comentó Katherine.
También ofrecen la grasa (o manteca) y el polvo.
Prima apuntada
Tanto Geiner como Katherine tienen su parte en la fabricación de los productos y ella es la encargada de venderlos mediante la página de “Feis” Choco Creek; su mamá, Gloria Quirós, quien trabaja como conserje en una escuela, se lleva algunos para pulsear venderlos ahí y su prima Priscilla Vargas también le está echando la mano frente a su casa en San Isidro de Heredia.
Y como hay que moverse por todo lado, también hacen garapiñados de cacao con sabor a vainilla, canela o chile, es al único producto al que le agregan azúcar; los demás son totalmente de cacao puro, que tiene muchos beneficios en la salud.
“Los poquitos ahorros que teníamos los invertimos en el producto para arrancar y con lo que ganamos de las ventas, que no es mucho, guardamos un poco para reinvertir”, explicó la joven madre.
Como ella conoce, lamenta que muchas personas aún desconozcan lo valioso que es el cacao de verdad, el natural, y busquen el comercial.
Ahora que el turismo nacional está medio empezando a levantar, Geiner redondea los ingresos con uno o dos tours semanales a la finca de su pariente. Así van haciéndoles frente a las obligaciones de toda familia.
Buscan aumentar familias productoras
Como esta familia hay otras que también encontraron en el cacao la llave para conseguir platica.
Datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería dicen que en nuestro país hay tres mil familias que se dedican a la producción de ese grano como actividad económica; pasaprincipalmente en las regiones Huetar Caribe, Huetar Norte y la Región Brunca.
Además, Costa Rica tiene el Plan nacional de cacao, que busca consolidar en diez años la producción de este delicioso fruto apoyando el desarrollo de negocios competitivos y sostenibles que cultiven cuidando el ambiente.
En María Elizondo y Juan Carlos Sibaja tenemos otro ejemplo de una pareja dedicada al cacao. Ellos cuentan cómo gracias al apoyo del MAG, del IMAS y a su empeño, lograron convertir Chocolates Sibaeli --en La Katira de Guatuso-- en una empresa exitosa que hoy es su sustento.
Los Sibaja Elizondo están a nada de exportar productos derivados del cacao.
Renato Alvarado, ministro de Agricultura y Ganadería, dijo que para el 2022 el país podría tener 6.000 hectáreas cultivadas con cacao, hoy hay 4.000.