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Personajes del año: El Plan Fiscal rompe el silencio y se confiesa después de su aprobación

La ley que busca salvar la economía del país tiene todos los puntos para estar entre lo más destacado de este 2018

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La verdad es que en este país uno se mete como redentor y termina crucificado, eso fue lo que me pasó a mí.

Hola, mucho gusto, me llamo Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, aunque los compas y no tan compas me dicen Plan Fiscal.

La gente cree que soy un güila, pero lo cierto es que ya son un hombre hecho y derecho de 20 años, que maneja redes sociales, tengo Facebook, Instagram y WhatsApp, o sea, soy un millennial.

Nací en 1998 cuando el presidente era Miguel Ángel Rodríguez, él me quería adoptar porque le habían dicho que la cosa en las finanzas públicas estaban feas y que yo le iba a ayudar, fue por eso que me tuvo entre sus planes, pero los diputados de ese entonces le negaron la paternidad.

La historia se repitió en el 2002 cuando don Abel Pacheco era el mandamás, pero tampoco me dieron pelota.

Esto nuevamente volvió a ocurrir en los gobiernos de Óscar Arias, Laura Chinchilla y Luis Guillermo Solís, pero en este último los dipus se pusieron las pilas y cuando vieron que la billetera del Gobierno estaba más horrible que la Navidad de los manudos decidieron analizarme, pero fueron los legisladores de la actual administración los que al fin me aprobaron.

Para los que no saben para qué sirvo, les voy a explicar. Yo soy el encargado de mejorar la platica de este país, eliminando privilegios abusivos, cobrando impuestos a servicios que antes no se pedían y jalándole el aire a los grandes contribuyentes que se hacen los locos para pagar sus obligaciones.

Pero a pesar de mis buenas intenciones, desde el 10 de setiembre y hasta el 4 de diciembre se hizo una huelga en mi contra porque no me querían, fui más famoso que el mismo presidente Carlos Alvarado, con la diferencia que a mi me madrearon más, especialmente los maestros y otro sinfín de empleados públicos.

A ellos no les caigo bien porque dicen que voy a perjudicar a los más pobres, pero eso es pura paja, la puritica verdad es que me odian porque vine a quitarles una montaña de privilegios millonarios que recibían sin habérselos ganado.

Claro, esto los molestó tanto que decidieron bloquear calles, cerrar escuelas, interrumpir operaciones en hospitales y otro aterro de cosas que perjudicaron a todo el país.

Todo eso lo hicieron solitos, pero como a ellos les faltó valentía para aceptar lo que hicieron, me echaron la culpa cuando yo lo único que quería era ayudar a levantar la economía de Costa Rica.

El primero en alborotar el panal fue un señor chiquitillo, bigotón y al que le encantan las huelgas, que me ha tratado mal y apuesto que ni me conoce bien, capaz ni se sabe mi nombre completo. Ah, por cierto, antes de arrancar el movimiento se pensionó.

Él junto a otras personas se unieron para desaparecerme, eso me dio mucho miedo porque mi vida corría peligro y si no me mantenía a salvo, el país iba a correr la misma suerte.

Durante el tiempo de la huelga estuve metido en la Asamblea Legislativa, ahí conocí a los 57 diputados, casi todos se hicieron amigos míos aunque hubo unos con los que definitivamente no hubo química, a pesar de que hice algunos cambios para que me aceptaran, pero como siempre he dicho, no soy un billete de ¢50 mil para caerle bien a todos.

Que vergüenza

Otros compas míos, como los planes fiscales de España y México, fueron aprobados sin tanto alboroto, no voy a mentir diciendo que no tenían enemigos, pero los querían más que a mí.

Ustedes no saben las vergüenzas que pasé con ellos, porque a cada rato me llamaban para preguntarme cómo estaba la jugada.

Todo eso me agüevó, pero más cuando ellos se dieron cuenta que un supuesto trabajador del ICE golpeó por la espalda a nuestro presidente Carlos Alvarado, cuando él iba saliendo del Teatro Nacional, por dicha no pasó a más.

Cuando la cosa se ponía más fea, vino un respiro para mí y el país porque poco a poco se declararon las huelgas ilegales en la mayoría de las instituciones públicas.

Mientras eso pasaba, yo estaba feliz de la vida porque mis amigos legisladores me aprobaron en primer debate el 5 de octubre, el 3 de diciembre lo hicieron en el segundo y un día después ya había sido declarado como ley de la República. Fue difícil el camino, pero tuvo un final feliz.

Bien pulseado

Nogui Acosta, viceministro de Hacienda, me felicitó al Plan Fiscal por soportar tanta cosa y al mismo tiempo me dejó una tarea.

“El Plan Fiscal debe ser como ese salvavidas cuando a uno se lo descompone el carro y no tiene ayuda, en este momento lo necesitamos y muchos estamos seguros que nos ayudará a salir de la difícil situación que vive el país”, dijo.

Con todo lo bueno y malo que puedo traer a este país, sé que el deseo de muchos costarricenses es que me vaya bien para beneficio de todos.

Bryan Castillo

Periodista

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