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Planes divinos: ¿La Biblia prohíbe juzgar con juicio justo? II parte

La reflexión del pastor Durman Deliyore

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“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”, Juan 7:24. Aquí nuestro Señor manda que debemos “juzgad con justo juicio”.

El juicio justo es basado en la palabra de Dios. Si el juicio se hace en cualquier otra base que no sea la palabra de Dios es una violación, de Mateo 7:1.

Una persona que es capaz de discernir entre el bien y el mal tiene por lo menos una de las principales marcas de la madurez espiritual, "pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal", Hebreos 5:14.

Es justo exponer los falsos maestros hoy en día, los falsos maestros son libres de difundir sus doctrinas venenosas porque hay una conspiración de silencio entre muchos creyentes de La Biblia.

Tienen miedo de exponer la mentira y el engaño, mientras los lobos están destruyendo gran parte del rebaño.

Juan el Bautista llamó a los fariseos y saduceos (los líderes religiosos de su tiempo) "generación de víboras" (serpientes), Mateo 3: 7.

Hoy en día se le acusaría de estar falto de amor, cruel. Jesús dijo a los fariseos religiosos: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis vosotros, siendo malos, hablar cosas buenas? Porque de la abundancia del corazón habla la boca". Mateo 12:34.

Se acuerdan lo que hizo Jesús cuando subió a Jerusalén y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas allí sentados. Haciendo un azote de cuerdas echó fuera del templo a todos, esparció las monedas de los cambistas, volcó las mesas y dijo a los que vendían palomas: "Quitad de aquí esto y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado", Juan 2:13-16.

Nuestro Salvador se presenta hoy como uno que fue manso, humilde, amable y cariñoso, incluso con los falsos maestros, pero esto es totalmente falso. Cuando se trataba de los falsos maestros y profetas sus palabras eran agudas y sus acciones llanas. Cerca del final de su ministerio público, Cristo encontró necesario limpiar el templo una vez más.

"¿No está escrito: mi casa será llamada por todas las naciones casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones?", Marcos 11: 17.

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