La muerte de un cocodrilo que se había asfixiado con su propio vómito el año pasado fue el detonante que dejó sin la tradicional "lagarteada" a los vecinos de Ortega de Santa Cruz, Guanacaste, para este año.
Hasta el año pasado todas las semanas santas, los vecinos de Ortega sacaban un lagarto de un río, lo amarraban para dejarlo en el pueblo un día y luego lo devolvían al río.
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Pero este año, por primera vez en 200 años, no tendrán permiso del Sistema Nacional de Áreas Protegidas para realizar la actividad, así lo confirmó Nelson Marín, director del área de Conservación Tempisque.
"Por el incidente que se dio el año pasado hubo varios recursos de amparo y según la nueva ley de vida silvestre se prohíbe la captura, extinción y el acoso de especies de vida silvestres, por esto es que no se puede otorgar el permiso oficialmente", explicó Marin, quien agregó que desde setiembre del 2017 se le había notificado a la Asociación de Lagarteros.
Festival del Lagarto Sagrado
La falta de permisos obligó a la Asociación de a buscar una actividad que les permita continuar con la tradición y de paso respetar la ley.
"La actividad no es solo una tradición es un ingreso económico importante para los vecinos de la zona y no nos podíamos dar el lujo de perder la visita de turistas en Semana Santa, pero entendemos que tampoco podemos cometer el error de ir en contra de la ley", explicó Álvaro Cascante, presidente de la asociación.
Fue así que surgió la idea de crear el "Festival del Cocodrilo Sagrado" para mantener la tradición sin cazar al lagarto, como lo han hecho por dos siglos.
La asociación creó el festival con el apoyo del fotógrafo Allan Barboza-Leitón, la Universidad Nacional, la Universidad de Costa Rica y empresas privadas, como un proyecto de educación ambiental con la comunidad de Ortega y otras comunidades aledañas que conviven diariamente con cocodrilos.
La idea del proyecto es fomentar la protección del cocodrilo a través de la educación, de la mano con los habitantes de la zona.
"Durante esa semana, en lugar de que la gente vea el cocodrilo amarrado en el salón comunal, vamos a tener una exhibición de fotografías, talleres de educación ambiental, venta de comidas típicas y la proyección de un documental”, explicó Cascante.
La idea es encerrar la parte histórica y cultural de la comunidad, para que ahí se quede encerrada toda nuestra historia en el cuerpo del cocodrilo, que ha sido una figura importante para esa comunidad.