Nacional

Pulseador se apoya en el café, el arte y el color para enfrentar la pandemia

Café Muy Tranquilo le hace honor a su nombre en medio de pinturas y antigüedades en Poasito de Alajuela

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Para un pulseador sacar adelante su negocito no es sencillo con tantas trabas y dificultades, pero cuando se deben superar los efectos de un terremoto y de una pandemia, el tema se complica más de la cuenta.

Esto es lo que ha tenido que superar Gustavo Araya para mantener a flote primero su negocio de souvenirs y posteriormente su Café Muy Tranquilo, en Poasito de Alajuela.

Apenas a cuatro años de haber iniciado su negocio, le tocó afrontar la crisis turística provocada por el terremoto de Cinchona del 8 de enero del 2009. No era para menos, se registraron 27 muertos, un 90% de destrucción en casas, negocios e industrias y pérdidas por ¢280 millones.

Araya tuvo suerte porque su tienda tuvo daños mínimos, lo cual le permitió utilizar su creatividad para tratar de atraer turismo por medio de rótulos que pintó con mensajes positivos que pegó en varios árboles en el camino hacia el volcán Poás.

Pese a las dificultades, Araya logró mantener su negocio.

“Desde que comencé tenía unas paredes pintadas y el lugar llamaba la atención. Ya en ese tiempo la gente me recomendaba hacer una cafetería porque el lugar se prestaba para quedarse conversando y ver las pinturas, recordó Araya.

Él estaba haciendo números a la ampliación del negocio cuando cayó la pandemia en marzo del 2020, la cual le impidió tener ganancias durante varios meses pues los turistas se esfumaron, por lo que se vio forzado a vender toda su mercadería, mucha a mitad de precio y cerrar la tienda.

“Con la pandemia me fue imposible seguir, pero me di cuenta que los que seguían en pie eran los negocios que vendían comida. La gente empezó a volver los fines de semana y decidí echarme al agua, así que tardé cinco meses en terminar de pintar las cuatro habitaciones del local.

“Fue agüevadísimo ver a mucha gente cerrar, pero no me desesperé, así que con lo que recogí de las ventas de la mercadería me quedaba un colchón para cubrir todos los gastos antes de abrir la cafetería. Además tengo la ventaja de que la propiedad es mía”, comentó Araya, de 56 años.

Un museo visual.

Araya empezó a pintar en setiembre del 2020 y en febrero de este año decidió abrir la cafetería, la cual se transformó en una especie de museo visual capaz de atraer a los clientes y hacerlos permanecer durante horas en el lugar.

Desde la entrada, el Café Muy Tranquilo es diferente, ya que a los visitantes lo reciben unas enormes letras con la palabra pura vida y la hermosa vespa voladora, a la cual se pueden subir todos aquellos que quieran llevarse una foto del recuerdo, pero eso sí con mucho cuidado porque queda bien alto.

“Me pareció un lugar genial y adentro es superlindo y acogedor. Veníamos de Chilamate y nos detuvimos al ver tantos colores”, comentó la turista venezolana, Isabel Shealy.

Adentro todas las paredes están llenas de pinturas y muebles, así como columpios y bicicletas colgando del techo. También placas viejas, libros, colecciones de billetes, antigüedades y un montón de cosas que atrapan a los visitantes.

Además, Araya permite que la gente deje mensajes en las paredes e incluso que pinten si así lo desean.

“A la gente le gustó lo de la pintura, la esencia del lugar que al final no es una cafetería, sino un espacio muy acogedor, lleno de alegría, llamativo y capaz de hacer que la gente pase un rato muy tranquilo” dijo Araya.

Lo mejor de todo es que muchas de las cosas que exhibe son regalos de la gente que ha visitado el lugar, por lo que su museo visual crece constantemente.

Otra ventaja es que Araya no es carero, pese a estar en una zona turística, pues por un delicioso café con leche que trae de Dota tan solo cobra un rojo.

“Muchos llegan por estar acá no tanto por el menú que es muy limitado. Quiero que la gente venga y lo disfrute. Fue un paso arriesgado porque no sabía si iba a gustar, ya que es una mezcla de lo nuevo con lo retro, es como un museo visual”, destacó Araya.

Este pintor empírico comentó que la zona tiene dos atractivos, el volcán Poás y la comida típica, razón por las cuales los ticos acostumbran ir los fines de semana por la comida y entre semana los extranjeros para ir al volcán.

“Hasta el momento salgo tablas, pero lo que gano es para reabastecerme y pagar deudas, nada que ver con la tienda con la que sacaba ganancias de un millón por mes. Mi esperanza es que cuando termine la pandemia vengan más turistas”, dijo Araya.

Otra ventaja de Araya es que tiene un gran don de gente y es buen conversador. Además reconoce que trabajar durante 10 años como sobrecargo en líneas áreas le afinó su forma de tratar a las personas.

“Trato de ser amigable con toda la gente. Necesito la plata como toda la gente, pero mientras me alcance para vivir bien y me sienta feliz con lo que hago me doy por satisfecho”, comentó orgulloso este pulseador.

Dese una vuelta

Café Muy Tranquilo está ubicado en Poasito, 10 kilómetros antes de llegar al volcán. Lo puede ubicar en Googles Maps y está abierto de martes a domingo, de 10:30 a. m. a 7 p. m. Ofrece café, agua dulce, chocolate, batidos, gallos de queso y salchichón y repostería, con precios entre los ¢600 y los ¢1.500. Llame al 8882-3369.

Ovidio Ramírez

Egresado en la carrera de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica y técnico en Administración de Negocios en el Instituto Tecnológico de Costa Rica. Tiene experiencia en periódicos y revistas.

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