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Pulseadores se montan negocios creativos para enfrentar la crisis que atraviesa el país

Barbería a domicilio, lavacar en moto y venta de controles remotos a domicilio son algunas de las formas en las que algunos breteadores se ganan la platica

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Juan David Quesada, Rafael Naranjo y Michael Rodríguez pueden rajar de que se la jugaron para lograr que una idea creativa se convirtiera en un negocio que les permite ganarse una platica para mantener a sus familias.

No son amigos, no viven cerca, ni trabajan juntos, pero sus historias son muy parecidas en algo, ante el desempleo se tiraron a la calle a ganarse el sustento diario.

Al igual que estos tres pulseadores, 242 mil ticos más están sin trabajo, esto según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC).

Juan David estuvo siete meses sin brete, desesperado porque no podía pagar la pensión de su hija de seis años empezó a dar servicios de peluquería a domicilio.

Con las herramientas en un maletín y fotos de los tipos de corte que realiza se va de puerta en puerta ofreciendo sus servicios a cualquier mechudo que se tope en el camino.

Esta idea la aplica en su natal Esparza y por diferentes cantones puntarenenses donde la gente le solicita sus servicios de barbero.

Para llamar la atención de los clientes sale a la calle con un rótulo en la espalda que da pistas de sus servicios y alborota la curiosidad de todos los que le pasan cerca.

“Yo había llevado unos cursos de barbería hace cuatro años, empecé a cortarle el pelo a vecinos y ya me abrí una página en Facebook donde mucha gente me ha recomendado, lo que me ayuda a conseguir clientes”, explicó Juan David.

Control remoto exprés

Algo similar le pasó a Rafael Naranjo, quien asegura que desde que carajillo es de esas personas que logra vender arena en la playa.

Este vecino de Escazú trabaja como taxista informal, pero con tanta competencia la estaba bien ruda, un día estresado viendo las noticias estresado porque la platica no le daba para pagar los recibos se dio cuenta que la solución la tenía en sus manos, vender controles remotos.

Rafa sabe que si hay algo que no puede faltar en una casa es el control del tele, y estos aparatos tienen una estrecha relación con el suelo, a cada rato se caen los condenados, por lo que vio mercado.

“Desde que tenía como seis años me tocó ponerme a trabajar, siempre ando cosas para vender en el carro, lo de los controles funciona bien porque hay algunas marcas que sirven entre si, por lo que siempre tengo clientes”, aseguró este pulseador.

Sus clientes los pesca en páginas y grupos de Facebook, donde la gente pregunta por cosas que necesita y ya sea por pereza o falta de tiempo no puede salir a comprar.

La historia de Michael es diferente, él sí tenía brete, trabajaba en un lavacar, pero como le pasa a muchos su jefe le daba por la jupa al final de la semana y no le pagaba.

Cansado de esta situación no se quedó de brazos cruzados, se puso de acuerdo con su señora, Hazel Madrigal, agarraron una moto que les dio la suegra y se montaron un lavacar exprés.

Se van por todo El Alto de Guadalupe ofreciendo dejarle el carrito como nuevo, la salvada es que usted puede seguir con sus cosas mientras se lo lavan y por el gasto del agua ni se preocupe porque Michael es un gatazo del ahorro.

“Un día logramos comprar unos químicos, armamos un cajón en la moto donde echamos la aspiradora y nos vamos de puerta en puerta”, contó Rodríguez, quien asegura que la primera lavada sirve para ganarse la confianza de la gente.

Ganar confianza

A los tres protagonistas de esta historia les sobra la creatividad y ganas de bretear; sin embargo, una de las cosas más difícil que han tenido que superar es la desconfianza de la gente.

Debido a la situación de inseguridad que se vive en el país, muchas personas ni siquiera los escuchan porque piensan que son delincuentes disfrazados de gente pulseadora.

“En esto a uno le pasa de todo, se camina por muchas horas y hasta se aguanta hambre, pero es un negocio propio y el tener que salir a buscar clientes me motiva a crecer”, explicó el barbero.

Como él los otros dos pulsadores tienen las ganas y poco a poco se han ido ganando la confianza de los clientes a punta de buen servicio.

Informalidad en crecimiento

Como estas tres historias hay cientos, el desempleo ha empujado a las personas a sacar provecho de la buena cuchara, las clases de costura, manualidades y cuanta cosa la gente pueda ofrecer de manera honrada para pagar las cuentas al fin de mes.

Según datos del INEC, cerca de 962 mil personas tienen un empleo informal de las cuales 560 mil son hombres y 402 mil mujeres.

De esos 962 pulseadores, 519 mil tienen un patrón y 443 mil la están pulseando con un negocito propio.

Sin embargo, expertos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aseguran que el problema está en que las actividades muchas veces se mantienen en la sombra sin pagar seguros, impuestos y que la falta de estas obligaciones son la principal causa de que no puedan crecer.

Gerson Martínez, especialista en empleo de la OIT, explicó que muchas de las personas que hoy tienen una pensión muy baja pudieron contar con mejores condiciones de retiro.

“Muchas de estas personas trabajaron toda su vida, pero como no cotizaron tienen que hacer fila en la asistencia social, otro problema que les afecta es que su negocio tiene problemas para crecer porque como no hay un registro de la plata que ganan ningún banco les presta”, explicó Martínez.

A esto se le suma que al no pagar un seguro no cuentan con incapacidades o servicios médicos que les ayuden en caso de un accidente, como sucede con los trabajadores cubiertos por el seguro social.

Natalia Álvarez, viceministra de Trabajo, aseguró que desde el 2016 hay un compromiso para reducir la cantidad de personas que trabajan de manera informal, por lo que se impulsan apoyos para que la gente arregle los papeles y trabaje con todas las de la ley.

“Para lograr esta meta están trabajando para lograr mejorar el acceso a la educación formal y técnica, conseguir que tengan seguro, facilitar trámites para inscribir la empresa y hacer simples los procesos para que cumplan con las obligaciones de impuestos.

“Algunos ejemplos son los recolectores de café y las trabajadoras domésticas, con quienes se trabaja para que cuenten con seguros y garantías sociales”, explicó la viceministra.

La jerarca aseguró que es necesario que los trabajadores se acerquen a las instituciones para que los orienten y puedan crecer de la manera correcta y con todas las de la ley.

Bella Flor Calderón

Bella Flor Calderón

Comunicadora

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