¡Repartidor de millones! Conozca al chancero que vendió el acumulado y el gordo en San Carlos

El chancero de la suerte la hizo una vez más

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Tenemos la respuesta de por qué San Carlos es el cantón con más suertudos que se han pegado premios grandes de la lotería.

Es que ahí, en la esquina oeste del mercado municipal, trabaja el "chancero de la suerte", Luis Gerardo Sibaja, de 65 años.

Este vendedor de lotería con más de 40 años de experiencia y 37 de trabajar con la Junta de Protección Social (JPS), vendió hace un año el acumulado de ¢1.390 millones, ha vendido muchos premios mayores y este domingo vendió 20 pedacitos del gordo navideño que significaron un premio de mil millones de colones para un señor de 71 años.

Desde que empezó a correr la bola de que don Gerardo, conocido popularmente como “Carlos”, repartió la suerte nuevamente, su puesto de lotería pasa repleto de compradores esperanzados de ser el siguiente millonario.

La Teja conversó con él para que nos contara cómo se convirtió en el repartidor de millones en la zona norte.

–¿Cómo hace para jalar así la suerte?

Es como si yo tuviera un imán, he jalado mucho la suerte. Para mí es un orgullo . Yo he vendido los premios más grandes aquí en San Carlos y le he llevado la felicidad a muchas personas, me siento satisfecho, aunque yo no pegue nada porque soy muy salado para el juego.

–¿No ha pegado ni una terminación?

Uno juega porque hay que tantear la suerte, pero en realidad nunca he pegado nada, lo mío es dar la suerte a los demás.

–Su carro también es muy famoso, ¿la gente lo busca por eso?

Este carrito rojo, es un Mitsubishi, la gente llega a tocarlo y a uno también para que le pase la suerte. Ya es una rutina y la gente lo busca.

–Usted dijo que lo único que le faltaba era vender el gordo y que después se retiraba, ¿lo va a hacer?

Yo tengo más de 40 años de vender lotería. He vendido nueve veces el premio mayor y el único premio que no había vendido era el gordo navideño. Yo esperaba llegar a venderlo algún día. Lo que menos creí era que me iba a llegar el día y lo vendería y con uno de los premios más grandes, de 20 fracciones, porque el resto se vendió más fraccionado entre 17 vendedores de lotería, que eran cinco o diez pedazos.

Yo me levanto todos los días a las 4: 30 de la mañana y cuando falta un cuarto para las seis ya estoy trabajando aquí. Trabajo de las 6 a.m. a las 6 p.m.

Yo había dicho que cuando lograra vender el mayor de la navideña me retiraba, pero ahora pienso continuar, no me queda de otra, hasta que Dios lo quiera y no pueda trabajar más. Legalmente a mí me gusta mi trabajo, no trabajo los domingos porque ese día me desestreso un poco.

–¿Cómo va la venta del sorteo de consolación?

Si viene en este momento a mi carrito hay una fila como de 50 metros, la gente solo quiere comprarme a mí. Yo creo que no me va a alcanzar la lotería que tengo, me puede llegar hasta el viernes porque se está vendiendo muchísimo. Llega gente de todos los lugares del país, desde Guápiles, Pérez Zeledón, de la zona sur y hasta de fuera del país mandan a pedir.

–¿Y cuál número recomienda jugar para el sorteo de consolación?

En esta oportunidad puede venirse un 90, pero por haberlo dicho ya casi no tengo noventas. Hay que jugar altos porque ya se vino uno bajo.

–¿Qué nos puede decir de la persona a la que le vendió el acumulado de ¢1.390 millones?

Es un campesino, una persona pobre. Como a los tres o cuatro días de pegar, llegó y me dio algo más que las gracias, ha sido la propina más grande de mis cuarenta y pico años de vender lotería.

–¿Y del que recientemente se pegó el gordo?

El domingo pasado ese 15 con la 589 lo tenía encargado un vecino de Ciudad Quesada, un cliente que es pensionado. Todavía no he tenido contacto con él.

–¿Qué tiene San Carlos que jala tanta suerte con la lotería y hasta con el meteorito millonario?

Nosotros somos muy bendecidos gracias al Señor y por eso caen muchas cosas buenas aquí. Aquí la gente es muy honesta y trabajadora, por eso Dios nos favorece.