Isabel Camacho Gutiérrez es de esas mujeres que llevan a la Negrita de Los Ángeles metida en el alma. Es mariana hasta los huesos, devota desde niña, tiene 65 años y un corazón que no deja de creer en los milagros.
Como ella misma dice, el año pasado recibió un milagro que vino con patitas, cola y un par de ojitos que le cambiaron la vida: Julieta, una perrita rescatada durante la romería 2024 y que hoy es la princesa de su casa.
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Esta historia ocurrió en Guadalupe de Cartago, donde doña Isabel vive junto a su esposo, Humberto Madrigal, sus hijas, sus nietas y, ahora, con la chineadísima Julieta, una zaguatica que, gracias a la Virgen de Los Ángeles, encontró un hogar donde se le ama, se le respeta y se le cuida como se debe cuidar a todo animalito.
“Yo tenía una perrita, también adoptada, que se llamaba Julieta, una french poodle que encontramos desnutridita y nos acompañó por 14 años.
“Cuando tuve que dormirla, fue como perder a una hija. Me juré que no iba a volver a tener otra, ese vacío y ese dolor no se los deseo a nadie”, cuenta la cartaga con voz suave, la misma voz que le reza a la Virgen todos los días.
Adiós al luto
El luto la acompañó durante un año completo, hasta que un día sintió algo en su corazón.
“Sentí que ya era momento, que mi corazón necesitaba volver a amar a un perrito. Me puse a buscar, pero nada se daba. Hasta que una amiga supo de una perrita que daban en adopción.
“Me pasaron la foto, fui a verla y ahí supe que era ella. Pero había otra persona interesada. Entonces me fui directo a la fuente de las ayudas: le recé a la Negrita y le pedí con todo mi corazón que esa perrita fuera para mí... y lo fue, la Virgencita me respondió que sí”, recuerda con alegría.
Julieta, ahora de unos dos años y medio, fue rescatada durante la romería 2024, donde alguien irresponsable la llevó y la dejó tirada en medio de miles de pies cansados y almas devotas.
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Por suerte, unas manos solidarias la encontraron y la cuidaron hasta que pudo ser adoptada, fue la gente de la Asociación para el Bienestar y Amparo de los Animales (ABAA), a donde usted puede llamar por alguna situación con un peludito, al 8849-0592.
La perrita llegó a la casa de doña Isabel asustada y temblando al ver a cualquier hombre.
“Le tenía un pavor tremendo a mi esposo. Se escondía y temblaba. No podía confiar. Poco a poco, con amor, paciencia y mucho chineo, comenzó a soltarse. Ahora es una chineada, es la princesa de la casa”, dice Isabel, sonriendo.
La nietita Aurora, de apenas 4 añitos, es su mejor amiga.
“Ella me dijo que le pusiera Julieta, igual que la perrita que tuve. Y aunque yo pensaba llamarla Reina, le hice caso. Aurora la adora, no deja que nadie la regañe, aunque se haya comido un juguete. Ella ya aprendió que a los animalitos se les ama”.
Julieta tiene su propia cobijita, cosida a mano por doña Isabel. “Le hice su mantita con amor, le encanta. Cuando la lavo, no se echa hasta que se la devuelvo. Es que hasta eso lo agradece”.
El amor sí se hereda
En la casa de los Madrigal Camacho no solo vive Julieta. También hay otro adoptado, Tobi, y una gata llamada Margarita.
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“Todos se llevan muy bien, juegan, corren, comen y duermen chineadísimos. A Julieta le cocino su carnita molida con huevo, le hago sustancia de pollo, para mezclárselo con el alimento. Ya no come cualquier cosa. Es que la chineamos demasiado”.
Hay algo que esta perrita hace que emociona a toda la familia.
“Cuando yo salgo, ella se sube a mi cama y se asoma por la ventana a esperarme. Dicen que me olfatea dos cuadras antes de que llegue, y ahí se va para la puerta, a recibirme feliz. Esa alegría no se finge”, dice Isabel, conmovida.
Este 2 de agosto, doña Isabel va a celebrar el primer aniversario de Julieta con una fiestica.
“Se lo merece. Fue la Negrita la que me la mandó. Lo sé. Se lo pedí. Me estaba ahogando en tristeza y ella me mandó este angelito peludo”, dice con mucha fe la mamá humana de Julieta.
Nada de perritos
Historias como la de Julieta pueden sonar bonitas, pero no todas terminan igual. Muchos animalitos llevados a la romería son abandonados, se extravían o sufren golpes de calor, estrés extremo y deshidratación.
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El año pasado, La Teja contó la historia de otro peludito que estuvo horas bajo el sol, hasta que fue rescatado por un grupo de voluntarios. Las autoridades han insistido: ¡no se deben llevar animales a la romería! Las aceras calientes, las aglomeraciones y las largas caminadas no son seguras para ellos.
La basílica, el camino y la devoción son para los fieles humanos. A los animalitos se les cuida en casa. Como lo hace doña Isabel, quien aún con problemas en la columna, se va a ir caminando desde Guadalupe de Cartago para darle gracias a la Virgen por tantas bendiciones.
“Este año le voy a pedir que me cuide a mis hijas, a mi familia… y que me deje disfrutar muchos años más a Julieta. Porque estoy segura de que ella fue el milagro que yo no sabía que necesitaba”, confirma.