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Ruido de carros y vendedores se colan a la misa que va Carlos Alvarado

Candidato del PAC asiste a la eucaristía de los domingos a las 11 a.m en la iglesia de San Juan Bosco.

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La iglesia lució repleta el día de nuestra visita. Foto: Bryan Castillo.

La iglesia San Juan Don Bosco, ubicada 200 metros al sur del restaurante Pizza Hut en Paseo Colón, es el templo al que va a misa, Carlos Alvarado, candidato a la presidencia por el Partido Acción Ciudadana.

Me pasaron el santo de que Carlos asiste a la misa de 11 de la mañana, por lo que a pesar de no ser católico, me fui a dar una vuelta para ver como es la misa a la que asiste el candidato rojiamarillo.

Caminé por los casi 100 metros de largo y los 50 de ancho que tiene el templo y no estaba, por lo que decidí preguntar si alguien lo había visto, pero ninguna persona que estuvo sentada en las alargadas bancas nos dio razón de él.

“No, por aquí no ha llegado. Tengo mucho de no verlo”, fue la respuesta que obtuve de un fiel al consultarle si había visto al aspirante presidencial.

Media hora antes de la ceremonia una fila de aproximadamente 20 personas esperaban su turno para confesarse.

Cada revelación duraba entre 5 y 10 minutos, los relatos los hacían en pequeños confesionarios y quienes tardaban más, quizás, eran los que tenían más pecados que soltar.

“Están durando mucho”, le dijo una mujer a otra, quien parecía tener urgencia por sacar de su cuerpo el pecado.

Tras varios minutos de silencio, era imposible no escuchar los fuertes e incómodos ruidos que ocasionaban los cientos de carros que pasaban por la avenida 4 y la calle 28, ambas a un costado y al frente de la iglesia.

De vez en cuando, un comerciante (vendedor de papas y gelatinas) llegaba a la entrada de la iglesia ofreciendo sus productos tratando de pescar algún menudillo.

“¿A cuánto las papas?” le pregunté, “A tres tejas negro”. Se las compré, porque el hambre ya atacaba.

Otra vez adentro, solo hacían falta unos cuantos instantes más para que el sonido de los carros y las voces no tan melodiosas de los vendedores ambulantes desaparecieran ¿La razón? Los llantos desesperados de 2 niños que no querían entrar a la parroquia, según mi reloj, en ese momento eran las 10:45 a.m.

Por esta entrada es por donde pasa el aspirante cuando va a misa. Foto: Bryan Castillo.

A pesar de que ya se acercaba el inicio de la ceremonia, no había tanta gente, aproximadamente 30 personas; los que más abundaba eran adultos mayores acompañados por alguien más que los ayudaba a caminar.

A las 11 de la mañana, ni un minuto más, ni un minuto menos, el padre Chiu Fuentes inició la ceremonia. A él lo acompañaron dos señoras que leían las lecturas bíblicas y un joven que era el encargado de cantar., la verdad el muchacho se la jugaba y le daba vida a la misa.

Casi a media misa, la impuntualidad del tico quedó en evidencia, o al menos la de este grupo católico, pues para las 11:20 a.m, casi todo el santuario estaba lleno, solo 7 de 125 bancas quedaron vacías.

En un país tan futbolero como Costa Rica no podía hacer faltar el fiebre que va a escuchar la palabra del Señor con la camisa de su equipo favorito.

Un morado y un manudo llegaron bien uniformados, el saprissista se sentó una banca adelante. Al parecer, esta vez el rojinegro rezó con más fervor porque esta semana la Liga llegó al liderato del torneo, desbancando a Saprissa.

El sermón del padre, un señor muy mayor, continuaba, eso sí, algunas cosas se le entendían y otras no porque el audio no era tan bueno.

A las 11:34 a. m, llegó el momento de recoger la limosna. La tarea recayó en dos hombres, un joven, de unos 26 años, la recogió por el lado derecho, mientras que el otro, de unos 55 años, pasó la bolsita por el sector izquierdo. Por el sonido, estoy casi seguro que la mayoría soltó el menudo y muy pocos dieron billetes, eso sí, casi todos se apuntaron a colaborar.

Tan solo 10 minutos después era el momento de dar la paz y fue ahí, cuando por fin, el manudo y el morado se volvieron a ver y se saludaron, como lo hicieron casi todos los asistentes.

Llegó la hora de comulgar, el recibimiento del cuerpo de Cristo, uno de los momentos más solemnes. A pesar de que la iglesia estaba llena fueron muy pocos los que caminaron hacia el altar.

A las 11:51, el padre dio finalizada la misa y al mediodía ya no quedaba ni un alma en el templo.

Las únicas personas cerca eran los guachimanes que la seguían pulseando.

Alvarado es católico aunque no practicante. Foto: Mayela López. (Mayela Lopez)

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