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La lucha contra el cáncer de mama está representada en el mundo con un lazo rosado, símbolo que nació en Estados Unidos.
En 1991, el conocido actor Jeremy Irons fue a la entrega de los premios Tony con un lazo rojo en la solapa para llamar la atención hacia la lucha contra el sida, que causaba estragos en todo el planeta.
El lazo se vio como un símbolo potente.
En aquel mismo año, la estadounidense Charlotte Hayley, sobreviviente del cáncer de mama, quiso llamar la atención sobre la poca plata que el Instituto Nacional para el Cáncer de Estados Unidos dedicaba a la lucha contra ese padecimiento. Era algo mínimo en comparación con el presupuesto total.
Charlotte repartió tarjetas en las que iba un lazo de color melocotón y en las que pedía solicitarles a los legisladores de Estados Unidos entregarle más recursos a la lucha contra el cáncer.
En 1992 la empresa de cosméticos estadounidense Esteé Lauder decidió hacer algo diferente para alzar la voz y señalar que el cáncer de mama estaba cobrando cada vez más vidas, especialmente de mujeres.
La idea se concretó en una campaña en una revista llamada Self, que invitó a Charlotte a participar, pero ella se negó porque le parecía algo comercial. La revista, por lo tanto, no podía apropiarse del lazo de color melocotón e inventó uno propio: el rosado.
"Ahí fue cuando se hizo más notoria esta lucha”, comenta Fabiola Ross, presidenta de la fundación Anna Ross.
De acuerdo con Fabiola, en Costa Rica se vio el tema con mayor fuerza a partir del 2003, cuando crearon la fundación que ella dirige, luego de la muerte de su tía Anna Gabriela.
“Mi tía murió el 16 de setiembre por cáncer colorrectal, ella nos hizo prometer que ayudaríamos a personas con cáncer y así lo hemos hecho durante dieciséis años”, detalló.
Anna Ross fue una destacada médico nacional que ocupó cargos importantes en la función pública como subjefa de Servicios de Salud en la Región Sur (1986-1989), directora General de Salud (1989-1990) y presidenta ejecutiva del A y A (1994-1998).
