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Señor suma 42 años de participar como romano en procesiones de Semana Santa de forma ininterrumpida

Dos de sus cuatro hijos siguieron sus pasos y ahora desean romper el récord de su tata

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En San Isidro de Heredia hay un hombre que cada Semana Santa se viste de romano para participar en las procesiones, una acción que se convirtió en tradición, ya que contabiliza 42 años de hacerlo de forma ininterrumpida.

Se trata de don José Antonio González Sánchez, quien empezó su labor como soldado romano en 1977, curiosamente cuando tenía 22 años, es decir, que la mayor parte de su vida la ha dedicado a esa actividad durante la Semana Mayor.

Él colabora para la parroquía de San Isidro de Heredia.

Ahora, con 64 vueltas encima, este hombre se siente como un chiquillo de 15, pues considera que todavía tiene mucha energía para seguir honrando a Dios de esa forma.

Él es uno de los soldados que acompaña a Jesús durante su camino hacia la cruz.

Cuenta que al inicio fue complicado ya que había poca organización, pero destacó que aprendieron a puro golpe y que gracias a todo eso ahora están bien afinaditos.

“Al principio éramos sesenta integrantes que conformamos la Hermanda de Jesús Nazareno de La Piedad y no sabíamos cómo empezar ni qué hacer, pero ahí fuimos poco a poco. Ahora somos como cuarenta en total y cerca de veinte los que participamos en las procesiones”, dijo este agricultor que vive en Calle Chaves, en San Isidro.

A diferencia de muchos que aprovechan esta época para salir a vacacionar, don José prefiere no hacerlo, ya que para él lo primero es cumplirle al de arriba.

“No participo en todas las procesiones porque no siempre tienen que estar los soldados, entonces lo que hago es colaborar con los demás compañeros para que todo salga bien”, dijo este devoto.

Cuenta que por cada procesión caminan entre tres y cuatro kilómetros y que las más desgastantes son las que se realizan durante las mañanas, pues el sol es más rudo y los cansa más.

“A veces nos llaman para colaborar con otras parroquias de Heredia, entonces hacemos más de una procesión al día. Lo hacemos con mucho cariño porque sabemos que es algo para Dios, el pago que Él nos da es estar vivos y servirle”, explicó.

Precisamente cuando tienen trabajo extra, lo que hacen es hidratarse bien y cofalearse para no sufrir una lesión muscular.

“Al menos yo que trabajo en el campo estoy acostumbrado, pero a veces uno sí se cansa más de la cuenta. Yo espero seguir aquí por muchos años, si llego a los ochenta años y sigo bien, voy a estar en las procesiones”, aseguró este hombre, quien agregó que casi siempre empiezan a ensayar en febrero.

Agregó que los vecinos de las comunidades que visitan son muy generosos, ya que en el camino les regalan agua y hasta comida para que lleguen enteros al final del recorrido.

El único
Desde 1977 la parroquia de San Isidro en Heredia realiza estas procesiones. Don Antonio es el único que se mantiene fiel a esta tradición.

“Por ejemplo, el vestuario que usamos nos lo da la iglesia, cada uno de nosotros tiene entre cuatro y cinco uniformes porque participamos en muchas procesiones”, añadió.

Milagros

Don José nos explicó que después de tres años de participar en las procesiones sucedió un milagro que lo marcó y que pensó que nunca ocurriría.

“Gracias a Dios dejé de fumar y de tomar, eso me acercó más a mi familia. Al rato si hubiera seguido en esa vida los hubiera perdido y hasta estaría muerto, pero Dios ha sido muy bueno conmigo y esta es una de las formas con las que le agradezco todo lo que ha hecho por mí”, mencionó.

Eso no es todo, ya que de sus cuatro hijos, dos siguieron sus pasos y también se visten de romanos en Semana Santa. Se trata de José Alexis, de 27 años y 20 de ser soldado, y Juan de Dios, de 26 años y quien acumula 14 años de tocar el redoblante durante las procesiones.

En el caso de José Alexis, nos dijo que para él es un orgullo estar en la tropa.

“Dios también obró un milagro en mí, ya que hace catorce años el apéndice se me reventó y casi muero, pero me recuperé e hice la promesa de que seguiría siendo soldado, porque esta es una manera de agradecerle a Dios por permitirme vivir”, añadió.

Este creyente nos contó que él se mandó a ser soldado por su propia iniciativa y que nunca lo obligaran.

“Yo veía a mi papá vestido de soldado y me gustaba, desde pequeño le decía que quería hacer eso, pero fue hasta los siete años, que ya tenía más cuerpo, que me metió a la tropa”, aseguró.

Al igual que su tata, él quiere seguir durante muchos años honrando a Dios de esa manera.

“Para mí es un orgullo hacer este trabajo mientras muchos están de vacaciones. Aquí comparto con mi papá y con mi hermano, eso no ha unido y no ha hecho mejores personas”, agregó.

Una de las cosas que más agradecen este par de fieles es cuando les regalan agua en medio de la caminada, por lo que si piensa participar en estas actividades y ve a alguno de los soldados o apóstoles medio cansado, no dude en regalarle un fresquito o un poquito de agua.

Bryan Castillo

Periodista

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