Don José Antonio Madrigal tiene 62 años y los últimos 35 se ha ganado la vida como taxista. Él nos contó que cuando inicio en la taxiada la Semana Santa se vivía muy diferente a lo que sucede en la actualidad.
Los tiempos cambian, como también ha cambiado la forma en la que los ticos celebramos la Semana Santa. Es por eso que a partir de hoy les moveremos un poco el baúl de los recuerdos y de la nostalgia para recordar con algunos compatriotas, que ya peinan canas, cómo vivían las celebraciones santas.
“Hace 35 años todo era muy diferente, el taxi se guardaba el Miércoles Santo a la medianoche y se sacaba el Domingo de Resurrección, pero ya muy entrada la tarde. Había un respeto absoluto, así me lo enseñaron en mi casa”, explica.
Gran devoción
Don José vive en Jericó de Desamparados y tiene ocho hijos. El comentó que Porfirio Madrigal, su tata, le enseñó a respetar la Semana Santa por eso siempre se queda en la casa y asiste a las procesiones.
“Usted antes no veía un carro en la calle un Jueves Santo, mucho menos un Viernes Santo, eso era algo que nadie hacía, las calles parecían desiertos, sobre todo después de las tres de la tarde del Viernes Santo (los católicos recuerdan que Jesús murió en la cruz un viernes a las tres de la tarde). Había un respeto absoluto", comentó.
Al preguntarle como hacían plata durante esos días, don José contestó: “Nadie pensaba en eso, no interesaba. Esos días eran para reflexionar y estar cerca de Dios no para hacer plata. Pero los tiempos cambian y ya todo eso la gente lo olvidó, ahora el mundo abre negocios, anda en la calle de fiesta y son miles los taxis que salen a trabajar”, aseguró.
En familia
Don José Antonio nunca olvida que mamá, doña Flora Arias, hacía arroz guacho, miel de chiverre, ayote y mango en miel y pan casero.
“Todo lo hacía mamá con cocina de leña, además, teníamos un fogón de puro barro, entonces la comida quedaba deliciosa, sabía a gloria”, recordó.
Mis papás nos enseñaron a entender el clima, no se me olvida que siempre decían, si el Viernes Santo llueve en la mañana, es porque en la tarde va a temblar… y así pasaba, por eso es que les creíamos todo a los papás.
“En mis primeros años de taxista la Semana Santa era para pasar en familia, para comer rico, pero sin comer carne, Dios guarde un pedazo de carne, era algo casi prohibido, no solo en mi casa, en todas las casas. Yo guardaba el taxi y sabía que se venían días de conversaciones en familia, de procesiones y de misas”, dijo.
Tampoco olvida que desde que guardaba el taxi ya estaba pensando en lo que iba a disfrutar ver películas como los 10 mandamientos o La Biblia.
“No era que guardábamos el taxi con dolor por la plata que no nos ganaríamos, lo hacíamos con alegría porque disfrutaríamos de un tiempo especial con Dios”, concluyó.