Daniela Quirós Irola no caminó hacia la danza, más bien bailó directo a ella. Desde que tenía cuatro años, esta vecina de Guadalupe de Cartago no paraba y su mamá decidió meterla en clases de canto, pero fue el jazz y el ballet los que se robaron su corazón.
“Fue amor a primera vista. Desde el primer momento supe que esto era más que un pasatiempo, era lo mío”, cuenta Daniela con los ojos brillando como si estuviera en un escenario.
Pasaba más tiempo en zapatillas que en uniforme escolar, y mientras sus compañeritos soñaban con ser doctores o astronautas, ella ya se imaginaba moviéndose con luz propia sobre un escenario.
De Cartago a Europa
Después tres trimestres estudiando Publicidad en la Universidad Latina, la pandemia la empujó a cuestionarse: ¿publicidad o danza?
La respuesta vino con el corazón. Aplicó a escuelas de danza en Estados Unidos y España, y fue aceptada en ambos países, pero eligió el Instituto de las Artes de Barcelona por su forma de enseñar más personalizada.
“Era la primera vez que venía a Europa. Me vine sola en 2021, sin mis papás, sin nada más que un sueño grande”, recuerda la joven de 25 años.
Al principio, las fechas especiales dolían, como el Día de la Madre o Navidad, pero la seguridad de estar en el lugar correcto siempre la sostuvo.
“Costa Rica tiene bases muy buenas en danza, pero yo quería ir más allá por eso busqué ir al extranjero.
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“Agradezco a mis profesores allá: Angélica Gamboa, Mariana Lizano, Julio Vargas, Eduardo Zumbado y Alejandra Orozco porque todos me enseñaron y lo hicieron muy bien, aquí en Barcelona lo entendí”, dice convencida.
Deja huella
Daniela no solo fue a clases. Fue a brillar. En España aprendió que no basta con ser buena bailarina, también hay que saberse mover en la industria.
Gracias a su mentora, Sara Colomino, y a la oportunidad de conocer profesores internacionales, empezó a abrirse paso, pero le tocó chapear con sus propias manos porque tuvo que tocar las puertas solita.
“En diciembre del 2023 inicié el proceso de audiciones. Fui a Holanda, a Madrid... tuve varias, incluso, una oportunidad que se cayó por temas de papeles legales porque soy tica y no habían salido mis permisos”, comenta.
Pero no se rindió. En el 2024 se abrió una nueva posibilidad: el musical Buscando a Audrey de la compañía Sinde 1953, en homenaje a Audrey Hepburn, quien fue una actriz, modelo y bailarina belga. Una de las pocas que ganó un premio Oscar (cine), un Tony (teatro), Grammy (música) y un Emmy (televisión).
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Pasó la audición de danza y también la audición de canto. En febrero, mientras salía de una clase en la cual no le había ido muy bien, recibió la llamada que le está cambiando la vida.
“Me puse a llorar, estaba corriendo para agarrar el bus, no lo podía creer. Había audicionado gente de altísimo nivel. Llamé a mis papás a las 3 de la mañana llorando. Les dije: ¡Lo logré!”, comenta con emoción.
Tica con sabor y ritmo
Daniela iniciará ensayos el 22 de setiembre en Madrid. Ha vivido casi cuatro años en Barcelona, por lo que dice que le dolerá dejar su vida ahí.
“Tengo que mudarme en agosto, tengo toda mi vida en Barcelona”.
De Tiquicia extraña el queso Turrialba, los frijoles molidos rojos, las guayabitas, los confites Fresitas y los patacones.
“El ‘pura vida’ tico gusta mucho aquí. La gente nos ve como alegres y simpáticos, y eso ayuda, porque Europa es más fría en las relaciones”, dice.
En el mundo de la danza europeo, a muchos les sorprende que haya llegado desde un país tan lejano como Costa Rica.
“Muchos ni saben dónde queda, pero al conocer mi historia les impresiona que haya venido a perseguir un sueño desde tan lejos”, agrega.
Daniela es parte de un pequeño, pero poderoso grupo de ticas que se están formando en danza en España. Según cuenta, conoce, al menos, a ocho más.
Vivir de lo que la mueve
“Vivir de la danza no era algo que pensaba posible en Costa Rica. Allá las artes aún son vistas como un tabú. Pero yo sabía que esto era lo mío. La danza me motivó siempre a hacer cosas, a moverme, a trabajar”, dice con firmeza.
El contrato con el musical le dará lo suficiente para vivir sola, pagar su apartamento y mantenerse sin lujos, pero dignamente.
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“Con más experiencia podría mejorar mi ingreso. Para ser mi primer trabajo en Europa, es muchísimo”, afirma.
Aunque ha tenido subidas y bajadas, cada paso de Daniela en el escenario europeo tiene sabor a victoria.
Es la historia de una tica que se atrevió a soñar y que está dejando huella con cada giro, cada salto y cada lágrima que se transforma en aplauso.