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Tico almorzó con el papa Francisco y este le dio una lección de vida que lo marcó para siempre

El desamparadeño, Marco Navarro, se sentó en la misma mesa que el papa Francisco

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Diciembre 2015, abro mi correo electrónico y leo: ‘Marco, has sido seleccionado como voluntario de largo plazo para el departamento de redes sociales de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2016. Bienvenido al Comité Organizador Local. Te esperamos en Cracovia’.

Desde ese día agradecí a Dios por la oportunidad, y me encomendé a él porque sabía que iba a poner mi profesión al servicio de la Iglesia (soy comunicador).

El desamparadeño, Marco Navarro, compartió mesa con el papa Francisco, lago que muy pocos ticos han logrado con un papa.
Ticos con el papa Francisco: “Almorzando con un amigo, aprendí a callar para evangelizar” (Cortesía/Cortesía Marco Navarro)

Sabía que desde el universo digital mucho de lo que escribiera tendría alcance global. Desde ese día me planteaba una y otra vez la pregunta: ¿cuál será la mejor forma de evangelizar?

Y he de confesar que desde ese momento también le pedía todos los días a Dios un caprichito...

Cómo bien dice el papa Francisco, organizar una JMJ “es toda una aventura”, y ser voluntario de una JMJ transforma la vida de cualquier joven.

Es una experiencia intensa y que no solo llena el alma sino que reconforta el corazón. Podría contar miles de historias como voluntario JMJ, pero hoy me enfocaré en el almuerzo con mi amigo, el papa Francisco.

La JMJ ya casi arrancaba y millones de jóvenes iban a inundar en un par de semanas Cracovia para la mayor fiesta de la juventud con el Santo Padre.

Entonces, los miembros del Comité Organizador Local nos íbamos a separar en diversas facetas y puntos. Y para “despedirnos” se organizó una fiesta titulada Para nosotros y no para el mundo entero; cualquier parecido con la Coronilla de la Divina Misericordia no es coincidencia...

Todo comenzó bailando, porque bailando alguien me toca la espalda y me llama.

El desamparadeño, Marco Navarro, compartió mesa con el papa Francisco, lago que muy pocos ticos han logrado con un papa.
Vean al desamparadeño, de camisa celeste manga larga a la izquierda, con el papa Francisco al frente en la misma mesa. (Cortesía/Cortesía Marco Navarro)

-“Marco, necesito hablar contigo, andiamo”, me dijo en italiano el padre Grzegorz Suchodolski, secretario general de esa JMJ y hoy obispo de la Diócesis de Siedlce.

Salimos del salón principal y me dijo:

-¿Marco, qué tienes que hacer el sábado 30 de julio?

- Trabajar, ese día es la vigilia, padre.

- ¿No quieres almorzar con un amigo?

- Padre, no creo que tenga tiempo.

- Con un amigo llamado Francisco.

En ese instante del shock me bloqueé y a pesar de masticar un poco el italiano le dije: padre necesitó una traductora.

-Llamamos a su asistente y recreamos la misma conversación en inglés.

Entonces de inmediato le pregunté si no me estaba bromeando y comprendí que Dios me había concedido el “caprichito” que le había pedido en oración. Me gané la rifa entre los miembros del Comité Organizador Local para almorzar con el papa Francisco.

Salí al patio y comencé a llorar de la alegría entre los árboles de cereza del convento de los Salesianos, lugar de la fiesta.

Faltando tres días fui a comprar ropa para el encuentro y le escribí a mi familia por Whatsapp.

“Dios primero, el sábado almorzaré con el Papa Francisco. Es altamente confidencial”.

Llegó el día, nos fuimos caminando todos los afortunados desde el punto de encuentro a la Curia Metropolitana de Cracovia. Pasamos los controles de seguridad, nos pasaron a un salón y nos dijeron:

-Esperen aquí.

El desamparadeño, Marco Navarro, compartió mesa con el papa Francisco, lago que muy pocos ticos han logrado con un papa.
Hubo una foto general donde los que almorzaron con el papa posaron para la histórica foto. (Cortesía/Cortesía Marco Navarro)

Salió el papa Francisco y con una sonrisa nos dijo:

-“Hola, chicos que gusto. ¿Cuántos hablan español?" Y 6 levantamos la mano, “¿Cuántos hablan italiano?" Y cuatro la levantamos. “Se hablará español entonces. Para los que no me comprendan les presento a mi traductor” y lo señaló.

-Ahora sí, los dejo hablar, ya no quiero hablar más yo, dijo el Papa.

Nos presentamos y comenzamos a hacer preguntas. Llegó la comida (pierogi), y el Santo Padre la bendijo: “Dios bendiga estos alimentos, a los cocineros, agricultores y que viva la Santa Alegría”.

-¿Papa, extraña el mate?, preguntó Paula, de Colombia.

-Si me convidás tomo, pero no es algo que hago todos los días como en Buenos Aires.

-¿Cuál es su comida favorita? Dijo alguien más.

-La que me pongan al frente, exclamó el Santo Padre con una sonrisa.

Llegó mi turno y le pregunté lo que venía rodando en mi cabeza hacia unos meses.

-¿Cómo se evangeliza y cuál es la mejor forma?

El Papa bajó la mirada un segundo para pensar y me respondió: “la mejor forma es callar. Por algo tenemos dos oídos y una sola boca. Para acompañar a los demás, para escucharlos y comprenderlos y ahí haciendo eso estás evangelizando. No hace falta que llegues hablando de Dios, es hasta irrespetuoso. Mejor escuchá y cuando te pregunten ahí sí podés hablar de Dios. Que tus actos hablen más que tus palabras”.

El desamparadeño, Marco Navarro, compartió mesa con el papa Francisco, lago que muy pocos ticos han logrado con un papa.
Ahí está el tico, arriba a la izquierda del papa, compartiendo un selfi con el papa Francisco. (Cortesía/Cortesía Marco Navarro)

Pelé los ojos, y me quedé pasmado ante tan sabía respuesta.

“Bueno, no me hagas esa cara. Hay una excepción y es cuando tengás hijos. Ahí sí los padres tienen la obligación de hablarle de Dios y transmitirles la fe y el deber de brindarles el catecismo de la Iglesia”.

Desde ese momento, no tengo más memoria del encuentro porque esa respuesta me quedó resonando en mi cabeza.

Solo recuerdo que recogieron la mesa, nos entregó un rosario a cada uno y nos tomamos un selfi al que accedió amablemente.

Marco Navarro, comunicador costarricense, cenó con el papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil 2013
Saludo al papa Francisco del desamparadeño quien recibió un rosario de regalo. (Cortesía/Cortesía Marco Navarro)

Dicen que se tarda un año para aprender a hablar y 60 para aprender a callar. Tan solo espero que con la ayuda de mi amigo, el papa Francisco, logre aprenderlo antes.

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