Los cementerios de todo el país recibieron a quienes este jueves llegaron a visitar a sus familiares fallecidos. En el Día de los Santos Difuntos las personas aprovecharon para rezar, lavar las tumbas, dejar flores y recordar a quienes ya no están.
En el cementerio de Guadalupe de Goicoechea el padre Christian Solís, cura párroco de la comunidad, ofició una misa en la que, entre rezos y cánticos, unas 300 personas pidieron por el descanso eterno de sus seres amados.
Entre los asistentes estaban Mireya Cruz, de 78 años, y Efraín Obando, de 87, quienes rezaron un Padre Nuestro y un Ave María frente al nicho de su familia.
En ese lugar descansan los restos de los padres de don Efraín y de un hijo de esta pareja, German Obando Cruz, quien falleció el 29 de abril del 2002.
“Acá están mis suegros, dos cuñados, mi hijo German y una sobrinita de mi esposo”, comentó doña Mireya. La pareja va todos los años a recordar su paso por el mundo.
“Es como una forma de tenerlos cerca, se siente una gran satisfacción porque vengo como si llegara a mi casa a ver a mis seres queridos que se han ido”, explicó don Efraín.
Al nicho de la familia Brenes Gutiérrez se acercó don Rolando Martínez. Allí descansan sus papas, un hermano y un cuñado.
Viajó solo en bus desde Ciudad Colón, donde vive con su esposa Ana Isabel Aguilar. Hace esa ruta cada 2 de noviembre para visitar a la mamá, Lina Gutiérrez (fallecida hace 15 años), y a su papá, Pablo Martínez (quien murió hace 20 años).
Explicó que viaja aunque sea solo porque es su deber rezar por sus padres, esos seres queridísimos que significan lo máximo para él.
Cartago rezó por las almas
En el Cementerio General de Cartago, otro importante grupo de personas asistió a las 10 a.m. a una eucaristía oficiada por el obispo emérito José Francisco Ulloa Rojas.
En medio de las actividades Johnny López Calderón aprovechó para visitar la tumba de su mamá, Floribeth Calderón, fallecida hace tres años debido a un cáncer de cérvix. “Vengo a visitar a mi viejita todos los domingos sin falta porque ella fue una madre muy buena. No hay que olvidarlos porque entonces ahí sí están muertos, si uno los tiene en el corazón nunca van a morir. Me queda cerca venir aquí porque vivo en barrio Fátima”, detalló.
Muy cerca de ahí, con escoba, balde y jabón en una mano y un arreglo de flores en la otra estaba Misael Méndez, vecino de Guadalupe de Cartago, quien llegó a lavar el espacio donde descansa su padre desde hace casi 20 años.
"Llevo el mismo nombre de mi papá, tengo muchos recuerdos de él, estuvo conmigo toda mi infancia y madurez. Murió muy joven, tenía 55 años, estuvo internado en el hospital un mes en Cuidados Intensivos y falleció de un infarto. Es una pérdida que se lleva toda la vida, más por la fecha porque fue un 23 de diciembre. El 24 lo estábamos enterrando por lo que es una fecha muy marcada", contó.
"Regularmente vengo a visitarlo y también para darle mantenimiento a la fosa y le traigo flores. Un día como hoy tiene mucho significado porque se recuerda a todas las personas que nos han dejado, que han pasado por nuestras vidas y nos han marcado de diversas formas y que hoy ya no están", explicó.
Historias como estas se repitieron este jueves en todos los cementerios del país.
En Desamparados la hija de don Otoniel Salazar, quien murió hace 20 años, y de Juanita Castro, a quien hace 16 años se llevó el Alzheimer, se puso las pilas para dejar bien bonito el nicho donde descansan sus papás.
Elidieth visita con regularidad la tumba para tenerla limpia y con flores bonitas. "Ellos (los papás) saben que siempre los llevamos en el corazón", aseguró.