EscucharEste miércoles se cumplen tres semanas de que se inauguraron los seis carriles del puente Alfredo González Flores, mejor conocido como la platina, que une a San José con Alajuela, lo que les devolvió la sonrisa a los más de 100 mil usuarios de la ruta.
Sin embargo, para doña Paulette Deliens la noticia revive un momento muy amargo de su vida, cuando con tan solo tres años de casada perdió a su esposo.
Doña Paulette es la viuda de don José Álvaro Rojas Leiva, el maestro de obras encargado de la construcción del puente de la platina en 1962. Los trabajos se hacían sobre el cañón del río Virilla, en lo que hoy conocemos como la carretera General Cañas, pero parte de la estructura se desplomó, provocando la muerte de Rojas y de 11 obreros más.
La tragedia fue hace 55 años, el 26 de diciembre de 1962. Ese día marcó la vida de doña Paulette Deliens y otras 11 familias. Pese a que han pasado tantos años, recordar le sigue sacando las lágrimas a esta señora.
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Carrera por Kennedy
Según recordó la brumosa, a los trabajadores les habían dado libre para Navidad y Fin de Año, pero ante la proximidad de la visita del presidente estadounidense John F. Kennedy, en marzo de 1963, les pidieron que se reincorporaran el 26 de diciembre de 1962, para tener todo listo y que el mandatario gringo pudiera estrenarlo.
"Cada vez que escucho noticias sobre ese puente, se me vienen los recuerdos a la mente y ni qué decir cuando tengo que pasar por ahí, se me remueven todas las emociones y pienso: 'Dios mío, ¿tiene que seguir este puente dando problemas?'".
La tragedia ocurrió a la 1:10 p.m. y a las 4 de la tarde, su esposo, don José Álvaro, ya estaba en un ataúd en la sala de la casa de su suegra. Según publicó el diario La Nación, el 27 de diciembre de 1962, los miembros de la Cruz Roja seguían sacando los últimos cuerpos a las 3:30 p. m.
"Llegaron tres familiares a tocarme la puerta de la casa y me dijeron que algo había pasado, que alistara a Luis Adolfo (el hijo de ambos, quien tan solo tenía año y nueve meses) y que nos fuéramos para donde Pilar (su suegra). Solo pensé que se le había vuelto a zafar el hombro, que le había estado molestando. Cuando llegué a la casa me lo encontré ya en el ataúd, donde lo estaban velando. No puedo ni describir lo que sentí, fue como que todo mi mundo se desplomara bajo mis pies", contó la mujer, de 75 años.
Al día siguiente, ni ella ni su suegra pudieron asistir al funeral, era muy doloroso para ellas, solo vieron pasar el cuerpo cuando lo pasaron de la iglesia de María Auxiliadora al cementerio de Cartago.
"Además de eso, lo más duro fue cuando mi hijo me preguntó que por qué su padre no había vuelto a la casa", contó la viuda.
Presintió su muerte.
Ocho días antes de su muerte, don Álvaro le hizo un comentario a su esposa, pero fue muchos años después que doña Paulette lo comprendió como un presentimiento de su fallecimiento.
"Una semana antes de morir me dijo que cuando él se muriera, me iba a conseguir un buen marido y así lo hizo, porque mi segundo esposo fue otro gran hombre como él. Claro, en ese momento no lo entendí así y hasta lo regañé, que por qué estaba diciendo esas cosas, qué va a estar pensando uno en esas cosas tan joven (tenía 21 años para entonces)", dijo doña Paulette.
Otro gesto que tuvo "Rojitas" (como le decían) antes de morir fue con su hijo, pues le había comprado un carrito blanco de pedales y una bola, porque él había jugado en la segunda división de Cartaginés para Navidad. Lo mejor fue que se los dio tres semanas antes y hasta se fueron a jugar a la plaza de deportes de Guadalupe de Cartago.
"Vale más que lo hizo, porque si no, no habría podido jugar con él", contó la doliente.
Esta valiente mujer recuerda que hasta hubo un gran juicio en Estados Unidos contra la empresa U.S. Steel Corporation, encargada de la construcción, pero al final a la única que le pagaron algo fue a la viuda de John Ryan, ingeniero jefe del puente, quien debía regresarse a Canadá y le extendieron un cheque con un adelanto de dinero.
"A los demás no nos dieron nada, la plata la acapararon los abogados", comentó. Eso sí, le dieron una pensión a ella y a su hijo hasta que cumplió los 18 años, con la que pudo sacarlo adelante.
Las víctimas
En total murieron 12 personas ese día:
- John Ryan, ingeniero
- Rafael Arce Leiva, armador
- Augusto Avellán Amaya, formador
- Edelberto Barquero
- Francisco Baguardi Ramírez, armador
- Manuel Quirós Rodríguez, ayudante
- José Álvaro Rojas Leiva, maestro de obras
- Alejandro Vásquez Romero, armador
- Otto Lucke Quirós, armador
- Julio Huertas González, armador
- Alvaro Solano Leandro, remachador
- Carlos González, Rosales, armador
