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Transgénero tica: “Despedaza el alma saber que vas a vivir solo 35 años”

La población trans está expuesta a agresiones, prostitución, drogas y enfermedades que les acortan la expectativa de vida

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Dayanna Hernández es una costarricense transgénero a la cual le parte el alma tener que aceptar que, de acuerdo a los estudios que ha realizado la red integrada para personas trans de América Latina y el Caribe (Redlactrans), tiene una expectativa de vida de tan solo 35 años.

Las agresiones, las enfermedades, las drogas y la apatía de los pueblos de la región se combinan para golpear a la población trans, de tal forma que le arrancan de un tajo más de la mitad de la expectativa de vida, de por ejemplo, los ticos que es de 79 años. De hecho para Dayanna ese dato aplica totalmente para Tiquicia.

Hay que devolverse hasta 1.900 para encontrar un promedio de vida tan bajo entre los costarricenses, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, para aquel entonces, los ticos tenían una expectativa de vida de apenas 34 años.

“Despedaza el alma saber que vas a vivir solo 35 años, es una estadística desgarradora que tengo que aceptar con mucho dolor porque la población trans en estos países de Latinoamérica somos agredidos todos los días”, afirmó Dayanna, quien es presidenta de la organización Transvida, la cual se encarga de luchar por los derechos de los transgénero y transexuales.

A sus 34 años Dayanna sabe que esta muy cerca de alcanzar ese promedio de vida, pero en su caso, nos explicó, la diferencia entre la vida y la muerte, entre la calle y una casa, entre la prostitución y un trabajo digno, se ha marcado porque ella jamás dejó de estudiar y eso le permitió crecer en el plano profesional.

Conversamos con Zoe Montero, mujer trans activista y miembro fundadora del “Colectivo Trans UCR” de la Universidad de Costa Rica, sobre la expectativa de vida para la población trans y de una vez nos respondió con una palabra, en realidad fue un nombre: “Kenisha”.

Lo que recuerda Zoe con ese nombre es el caso de una joven trans de nombre Kenisha y de 15 años de edad, quien apareció muerta (el pasado 14 de agosto), pero que aún sin vida no se le respetó porque la prensa informó del caso como si se tratara de un hombre que vestía ropa de mujer, lo que significa para Zoe que jamás le respetaron sus derechos, ni estando muerta.

“Kenisha solamente terminó la escuela, no pudo ir al colegio. Para poderse pagar los medicamentos que necesitaba para su transición (de hombre a mujer) y poder vivir, porque en la casa le dieron la espalda, realizó trabajo sexual pagado. El rechazo del hogar y su edad la dejaron a ella totalmente desprotegida y eso la obligó a trabajar en la calle y a no disfrutar de algunos de los derechos que la comunidad ha ganado, ni siquiera el “conocido como”, derecho que tenemos de poder poner en la cédula el nombre como queremos ser llamadas oficialmente”, afirmó Zoe, quien conoció a Kenisha antes de fallecer.

Para Zoe, el asesinato de Kenisha desnudó una realidad que vive Costa Rica y que muchos han querido ignorar.

“El caso de Kenisha pudo ser evitado desde el Estado, no era necesario que se derramara su sangre para hacernos ver que existen infancias trans en Costa Rica y que muchas de ellas por la misma ignorancia, quedan en abandono por parte de los padres y del Gobierno costarricense que no nos reconoce como sujetas de derechos”, agregó Zoe.

Tanto Dayanna como Zoe advirtieron que una de las peores agresiones que sufre la población trans en Costa Rica es la falta de reconocimiento en la documentación oficial, que va más allá del conocido como, porque para ambas eso debe de desaparecer y en el momento en que una persona se reconozca como hombre o mujer, debe obtener total respeto del Gobierno y la población, incluso, poder tener la capacidad de modificar su nombre en un acto administrativo y no judicial como hasta el día de hoy.

“Que Costa Rica no reconozca la identidad de la población trans es el primero y principal mal, de ahí se desprenden todos los otros males, ese es el comienzo de una vida amarga y dura para la población.

"Lejos del conocido como, urge un reconocimiento absoluto que no necesite tener que pagar abogado para poder cambiar el nombre en la cédula, sino que debe ser un trámite administrativo en ventana. No pedimos ningún derecho de más, solo pedimos ser tratadas y tratados como cualquier costarricense”, afirmó Dayanna.

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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