La familia sancarleña que vive donde cayó el meteorito salió sana y salva del poco común encuentro con ese objeto espacial.
Es muy raro que un meteorito le haga daño a un humano, tan raro que la historia solo registra un caso que ocurrió hace 65 años en Estados Unidos.
Durante la tarde soleada del 30 de noviembre de 1954, en el muy tranquilo pueblito de Sylacauga, Alabama, Ann Hodges fue golpeada en la cadera por un meteorito mientras estaba dormida en el sofá de su casa.
Se dice que estaba cobijada con un par de edredones cuando el pedazo de piedra espacial, de 30 centímetros de diámetro, entró por el techo, rebotó en un radio que ella tenía y se le fue directo al costado izquierdo de su cadera.
Le dejó un morete que le duró meses.
La mujer vivió después un calvario con la dueña de la casa que alquilaba porque le reclamó que el meteorito era de ella por haber caído en su propiedad. Ann sostenía lo contrario.
Hubo un pleito legal de meses que desgastó tanto a la mujer golpeada que se divorció y terminó falleciendo solita en un asilo en 1972.
Nunca antes y nunca después, se ha reportado otra persona lesionada por culpa de material extraterrestre. En 1992, en Uganda, un muchacho fue golpeado por un pedazo de meteorito, pero eran tan pequeñito que nada le hizo.
En el 2013, ya con las redes sociales dominando las comunicaciones por Internet, un asteroide –el más grande registrado en el último siglo– cayó en los montes Urales, en Rusia. La onda expansiva de ese asteroide hirió a más de mil personas, entre las que había 159 niños.
Ese meteoro medía 17 metros de largo.