Rachel Tene nació en Israel, pero desde los cinco años se vino con su familia a Costa Rica.
Se crió aquí, donde cursó la escuela y el colegio, cosechó amistades y hasta decidió obtener la nacionalidad.
Aunque creció en un país en el que no existe el ejército, en su mente siempre estuvo el deseo de regresar a su tierra natal para unirse a las fuerzas armadas.
Apenas terminó el cole regresó a Israel (a inicios del 2015) y al cabo de unos meses se unió al ejército, en el que cumple tres años de servicio obligatorio.
Con la colaboración de las Fuerzas Armadas de Israel conversamos vía telefónica con esta tica-judía, de 20 años, para que nos cuente sobre su vida y su experiencia como soldado.
– ¿Por qué su familia se vino a vivir a Costa Rica?
–En ese momento había muchos ataques terroristas, entonces mis papás querían un lugar más tranquilo para mi hermano (Gabriel Tene) y para mí. Leyeron sobre Costa Rica y hablaron con gente que estuvo ahí.
Estuvimos primero en Alajuela, luego anduvimos por muchos lugares. Mi mamá (Lili Calla) quería un lugar cerca de la playa y mi papá (Sani Tene) algo más de montaña. Al final encontraron su lugar en Quepos, cerca de Manuel Antonio, y desde entonces vivimos ahí.
–¿Dónde hizo la escuela y el colegio?
–Estudié en la escuela pública de Matapalo, en Quepos, y luego estuve en una institución privada que se llama Sistema Educativo Los Delfines. Los últimos años los hice en el Instituto Jaim Weizman, pues ahí tienen clases de hebreo y quería mejorarlo, porque ya tenía pensado volver a Israel.
– ¿Qué le dijo su familia por su decisión de unirse al ejército?
–Me apoyaron mucho en mis decisiones. Mi papá también hizo el ejército y siempre ha sido muy en pro de cuidar al país. Por otro lado, mi mamá no lo hizo (el servicio militar), pero sí está de acuerdo de que yo lo haga. Ella ve que me estoy poniendo más madura y eso le gusta, pero se preocupa cuando no la llamo y me extraña.
–¿Qué pensaron sus amigas del colegio y del barrio?
–La mayoría de mis amigas están allá (en Costa Rica) y mantengo comunicación con ellas. Su reacción fue de miedo, las tranquilicé, porque no es gran cosa, en Costa Rica suena mal por no haber ejército. Estaban preocupadas, pero no hay de qué, yo estoy bien. Acá es algo normal, todos los jóvenes terminan el colegio y hacen el ejército. Yo como no viví todos los años en Israel tenía opción de elegir hacer o no el servicio, pero yo desde el principio quise hacerlo.
–¿Se siente costarricense?
–Sí, yo me siento tica al igual que israelí. Por venirme acá no es que no me sienta tica o relacionada con el país. Costa Rica es mi hogar, toda mi vida estuvo allá.
– ¿Qué es lo que más le gusta de Costa Rica?
–Principalmente la naturaleza y la tranquilidad. La gente cálida y tranquila, es una parte que extraño. Acá la gente es diferente, son exigentes, todo pasa más rápido, pero ya me voy acostumbrando.
–¿Qué extraña del país?
–Extraño la comida un poco, el gallo pinto, los casados, los chicharrones, el picadillo de papaya, los tamales. Acá lo que hay son cosas del Medio Oriente que son buenas, pero no hay arroz y frijoles.
–¿En qué unidad está y cuáles son sus funciones?
–Entré a una unidad que se llama Karakal, es un batallón mixto, de hombres y mujeres. Es el primer ejército que hizo esta forma de unidad combatiente. El ejército de Israel defiende mucho la igualdad entre ambos sexos.
Los primeros ocho meses fueron de entrenamiento básico. Luego se llega al batallón en el que tenemos la función de cuidar la frontera con Egipto. Sabemos las cosas que pueden pasar y estamos preparados. Estuve en misiones en fronteras por cuatro meses y después hice un curso de comandantes, por lo que ahora soy sargento, tengo a mi cargo soldados que recibí del entrenamiento y los preparo para las misiones.
–¿Cómo es la jornada diaria?
–Yo no duermo mucho, porque paso en reuniones con comandantes y oficiales. A mis soldados les doy siete horas para dormir. En el día hacemos muchas cosas rutinarias, como limpiar el arma, para que esté lista, o hacer ejercicio. Por lo general son 16 días en la base y cinco en casa.
–¿Qué ha sido lo más difícil?
–Que siempre hay momentos en que te sientes solo, todo soldado tiene días en que se quiebra, que todo es difícil, pero no es algo que se queda mucho tiempo, pues se está rodeado de gente y cosas por hacer.
–El mundo está tenso por lo que sucede en Siria y Corea del Norte. ¿Está lista para combatir en caso de ser necesario?
–Claro que se siente tensión y que algo puede pasar en cualquier momento, pero para eso entrenamos. Si estamos preparados como tiene que ser, sabes tu objetivo y lo que tienes que hacer no hay motivo para tener miedo. Entrenamos para que, si algo pasa, podamos pararlo.
– ¿Estaría dispuesta a dar la vida por su país?
–Sí, cuando se tiene un mes de entrenamiento hay que jurar que se dará la vida si es necesario para proteger al país.
No es algo que vaya a entender un universitario en Costa Rica, pero a como es la situación acá no hay otra opción, si no hubiera ejército cuidando las fronteras no estaríamos acá, es obligación defender al país.