Hazer González Montero nació y creció en San José. Hoy tiene 50 años y puede decir con firmeza que ya no es habitante de calle.
Durante cinco años su vida fue entre aceras, parques y portones, cargando un cartón para dormir y la eterna duda de si encontraría algo de comer al día siguiente.
“Uno nunca pide terminar en la calle. La mayoría llega ahí por adicciones. En mi caso fue por el licor”, cuenta con una mirada tranquila, muy diferente al infierno que vivió.
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Hasta sus 40 años tenía familia, trabajo y estabilidad. Pero el guaro le quitó todo. Se fue quedando solo, perdió la confianza de los suyos, y cuando menos lo esperaba ya llevaba semanas sin bañarse, comiendo apenas y durmiendo mal.
“El frío uno se lo quita con un cartón, pero la soledad... ¿con qué se quita la soledad? Eso es lo que más mata en la calle”, recuerda.
“Me prometí no volver”
Hazer reconoce que recuperarse no fue fácil. Dice que lo primero fue fijarse metas pequeñas, alcanzables, para no frustrarse.
“Comencé a planificar estando en la calle. Pensaba dónde dormir, dónde bañarme, cómo cambiarme de ropa. Poco a poco fui usando el sistema de ayudas que hay en San José: el dormitorio municipal, el Club de Paz de don Juan José Vargas, Chepe se Baña con Mauricio Villalobos y la Fundación Lloverá de Esteban Blanco. Todo eso me sirvió, pero sobre todo la voluntad de querer salir adelante”.
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Hace cinco años que Hazer logró dejar las calles y desde entonces no volvió a tomar alcohol. Trabaja como cocinero y aprendió a levantar pilares fuertes para que ni el dolor más grande lo derrumbe.
“Hace tres meses murió mi tata. Si no hubiera construido mi nueva vida habría recaído en el licor. Hoy no, a las siete de la noche estoy en mi casa viendo tele. Me prometí no volver a la calle”.
Otro testimonio
La historia de Eduardo Vásquez, de 35 años, también muestra que sí hay salida. Nació en Palmares y llegó a San José hace seis meses. Un mes después ya estaba viviendo en la calle, empujado por las drogas y la falta de apoyo.
Pasó por Hogares Crea, pero no logró mantenerse limpio. Fue en las duchas de Chepe se Baña donde encontró una segunda oportunidad.
“Tengo cuatro meses sin consumir, soy voluntario y recibo clases de fotografía. También soy técnico en diseño del INA y voy a dar clases de confección. Caer en la calle es muy rápido, pero salir es lento, paso a paso”, asegura.
Refugio de salud
La calle no solo trae hambre y soledad, también enferma. Golpes, heridas sin tratar, infecciones y enfermedades crónicas se convierten en compañeros de quienes no tienen techo. Y conseguir atención médica muchas veces es imposible ¿Quién piensa en asegurarse viviendo en la calle?
Por eso la Fundación ProMundo inauguró recientemente +HUMANOS, un lugar que ofrece servicios de salud primaria a habitantes de calle, migrantes y personas en pobreza extrema. Está ubicado a 200 metros de la Clínica Bíblica, en pleno centro de San José.
El lugar tiene médicos generales y el apoyo de estudiantes avanzados de medicina y enfermería. Todo es gratis. Si tiene alguna duda puede llamar al: 7131-5940.
Pronto también se sumará odontología, gracias a un convenio con la Universidad de Costa Rica. La atención es gratuita, de lunes a jueves, y busca ser integral: física, mental y espiritual. Ahorita solo se atienden adultos, la idea es dentro de poco atender también niños.
Mauricio Villalobos, fundador de Chepe se Baña, explica: “Con +HUMANOS reafirmamos nuestro compromiso de devolver dignidad y esperanza a quienes más lo necesitan. Queremos que cada consulta sea un paso hacia la inclusión y las oportunidades”.
Gran esperanza
Hazer lo resume mejor que nadie: “Sí hay cómo salir, pero primero hay que tener voluntad. A uno no le gusta que le digan qué hacer, pero cuando ya perdió hasta el modo de andar, tiene que aceptar ayuda. Yo me dejé ayudar y por eso estoy aquí”.
Hoy, mientras cocina en su trabajo o comparte con su hijo de 22 años, sabe que su vida cambió para siempre.
“Yo era Hazer, el que nadie quería cerca, el que siempre andaba perdido por el guaro. Ahora soy un testimonio de que sí se puede salir de la calle. La soledad ya no me mata, ahora tengo casa y esperanza”.