Con fuerza y determinación, Margarita Patiño, venezolana de nacimiento, llegó a Costa Rica con el único objetivo de sacar adelante a sus hijos.
Su historia es un testimonio de lucha, esperanza y amor incondicional, es por eso que la escogimos para que saliera en nuestra sección de héroes anónimos, donde usted podrá conocer cómo esta mujer logró superar los obstáculos y cómo construye un futuro mejor para su familia.
“Soy venezolana, llegué a Costa Rica hace tres años, en busca de un futuro mejor para mis hijos de 14 y 16 años. Cuando llegué a este país empecé trabajando en una casa de una familia. Después un sobrino me echó el hombro y ahora me dedico a vender copos de todos los sabores y colores, acá en el parque de Heredia”, contó entusiasmada de poder trabajar.
Patiño aseguró que la oportunidad de vender deliciosos y refrescantes copos se la dio un sobrino, quien tiene 12 años en el país, ya que él había iniciado con este mismo negocio cuando llegó de Venezuela.
“Mi sobrino me dijo que él tenía un carrito que, si quería, me lo daba para pulsearla con los copos. La cosa fue que un día sacó un día libre de su trabajo y me enseñó y así es como poco a poco he salido adelante”, confesó.
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Esta vendedora detalló que de lunes a viernes le toca madrugar bastante, ya que sus hijos van a estudiar y a ella le toca preparar lo del día y las comidas.
“Siempre me levanto temprano porque hay que preparar lo del día. Después de ir a dejar a los chiquillos, a la escuela y al colegio, me voy a trabajar a las 9 de la mañana hasta las 4:30 de la tarde”, explicó.
Esta linda señora nos contó que no siempre fue fácil, ya que el primer año de trabajo tenía que estar jalando el carrito de los copos del cementerio de Heredia, por donde vive, hasta el parque y eso es desgastante.
“Un día llegó un señor noble que tiene un garaje por acá cerca y me dijo que tenía un espacio. Entonces ahí guardo mi carrito desde hace algún tiempo”, aseguró.
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Patiño, de 49 años, explicó que con la venta de los copitos hay días buenos y otros no tantos, pero siempre ha salido adelante con la ayuda de Dios.
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Así que ya sabe, si usted está sentado en el parque de Heredia debajo de la copa de un frondoso árbol y se le antoja de un delicioso copo, no dude en llamar a Margarita.