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Venezolana que vive en Costa Rica: “Conseguir allá las tres comidas del día es un desafío”

Analista financiero dice que es importante elegir bien al próximo presidente

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En Costa Rica es lo más normal del mundo comprarse algo el día de pago, ir por una pizza o encargar un queque para celebrar un cumpleaños. En Venezuela son lujos que casi nadie puede darse.

Lo sabe alguien que conoce la realidad venezolana de primera mano. Dayanni nació allá y en octubre próximo cumplirá seis años en nuestro país con su esposo Eli (pidió que no usáramos sus apellidos).

Aquí se sienten como en el paraíso. En Venezuela, un país con inmesas reservas de petróleo, solo abunda la escasez. Faltan la comida, los medicamentos, el gas, la electricidad y hasta los billetes en bancos y cajeros. La inflación es tan alta que con fajos de billetes se puede comprar solo algunas verduras o algunos kilos de carne.

Dayanni habló con La Teja para contarnos lo que dejó atrás y lo que vive ahora.

— ¿Por qué decidió salir de su país?

Por la crisis que hay. Yo era gerente en una empresa, ganaba el doble del sueldo mínimo, que allá es de $3,54 mensuales (unos ¢2.205) y aun así no podía ni comprar un par de zapatos. Allá conseguir las tres comidas del día es un desafío. Me cansé de vivir estresada, de haber estudiado tanto para tener una profesión, de trabajar y trabajar y no poder tener lo mínimo para vivir dignamente.

— ¿Por qué escogió Costa Rica?

Cuando mi esposo y yo decidimos emigrar investigamos en internet cuáles países de Latinoamérica tenían mejor calidad de vida. Costa Rica está en el top tres de países con mejor estabilidad, calidad de vida y tranquilidad.

Además, tenía una amiga acá, e pregunté qué pensaba ella de su propio país y me habló tantas maravillas que me hizo terminar de tomar la decisión.

— ¿Qué pensó de Costa Rica cuando llegó?

“Esta es la Venezuela que yo recuerdo”. Era ver la prosperidad de Venezuela de años atrás.

La primera vez que entré al supermercado aquí me sentí abrumada de ver tanta cantidad y variedad de productos y marcas de todo tipo, cosa que ya hacía mucho no veía en mi país.

— ¿Cuando se vinieron usted o su esposo tenían opciones de trabajo aquí?

Ambos renunciamos a nuestros trabajos en Venezuela y teníamos pensado venir sin nada negociado, solo con nuestra experiencia y nuestros títulos universitarios. Estábamos preparados para trabajar en lo que fuera. Un mes antes de emigrar, el dueño de la empresa en la que trabajaba mi esposo le dijo que a donde fuéramos ellos podían seguir pagándole, no era un salario muy bueno comparado con el de acá, pero ya eso fue un alivio para nosotros.

Estuve a punto de trabajar cuidando unos niños... preferí buscar otras opciones. Un mes más tarde, conseguí trabajo en mi campo profesional y aún sigo laborando para la misma empresa.

— ¿Qué le ha parecido a su esposo la vida en Costa Rica?

Para él el cambio fue mucho más radical, ya que siempre estuvo en una familia de escasos recursos en Venezuela. Yo por lo menos sí viví bien en mi infancia y adolescencia porque éramos clase media. Al llegar acá, trabajar y ver todas las comodidades que podíamos tener y todo lo que nos rendía el dinero, fue un impacto muy grande.

— ¿A qué le ha costado acostumbrarse?

Cada nacionalidad tiene como una personalidad que lo caracteriza... ese choque de personalidades al principio fue fuerte, muchos me decían que yo me quejaba de todo; que hablaba peleando, que era muy directa, que era muy “concha” o que tenía un humor muy negro.

El tico, por lo general, es bastante cortés, delicado al hablar, no tan directo, tuve muchas veces que pensar muchísimo antes de hablar y transformar lo que quería decir para no ser mal interpretada.

— ¿Le gusta la comida tica?

Uuff ¡sí! Mi top tres de comidas ticas es rice and beans (ojalá con pollito caribeño), chifrijo y gallo pinto.

— ¿Su familia está aún en Venezuela?

Sí, toda mi familia sigue en Venezuela, mi papá, mi mamá, mi hermana, mis abuelos. Les envío dinero mensualmente para ayudarles. Muchos se preguntan por qué no me los traigo y es porque allá ellos tienen su carrito y su casa propia desde hace mucho años y, a pesar de la crisis, las cosas son más económicas allá porque el salario es mucho más bajo que el de acá.

Mis papás son personas mayores y yo no tengo dinero para mantenerlos acá, tendría que pagarles alquiler de casa, transporte, comida y todo lo que necesiten.

— ¿Qué sabe ahorita de su país?

Venezuela sigue siendo el país con la mayor inflación en el mundo y en la historia. Lo que hoy te cuesta cinco dólares mañana te cuesta diez y sigues teniendo el mismo ingreso.

Hay una Venezuela de clase alta, que desde siempre tuvieron sus negocios, ganan en dólares y viven bien, pero esa no es la realidad del otro noventa por ciento del país. La clase media desapareció por completo. Muchos subsisten con las ayudas que enviamos los que estamos fuera.

Ruda decisión

El analista financiero Daniel Suchar, también venezolano, dice que por situaciones como las que se viven ahorita en su país natal es que los ticos deben pensar muy bien a la hora de elegir al próximo gobernante, ya que se necesita una persona que ayude a superar la crisis económica y no alguien que la agrave.

“Costa Rica está muy lejos de llegar a tener una realidad como la que se vive en Venezuela, pero tampoco podemos decir que es algo que nunca pasará ya que si, por ejemplo, en febrero próximo se elige un presidente con ideas como las que llevó Hugo Chávez en 1999, en unos veinte años la situación podría ser parecida”, opina Suchar.

“Los primeros tres años de gobierno de Chávez fueron los mejores en Venezuela, yo estuve ahí, pero en el cuarto año ya empezó a aplicar políticas económicas que comenzaron a hundir el país hasta llegar a la lamentable situación actual donde la gente no vive, apenas sobrevive”.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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