Un artesano cartaginés se dedicó durante todo un año a hacer una réplica de la basílica en honor a la Virgencita de los Ángeles. Se trata de Luis Guillermo Montero, quien es vecino del cantón central de la Vieja Metrópoli.
Según nos contó el artesano, la obra está hecha 97% en metal y solo el 3% restante que corresponde a las cúpulas fueron hechas de yeso.
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La iglesota mide 2,25 metros de largo; 1,50 metros de ancho y 1,10 metros de alto. Para hacerla necesitó 30 tubos de 6 metros, 10 láminas de zinc liso, 23 mil puntos de soldadura y cuatro mil tornillos. La parte en yeso tiene un peso de 14 kilos y en total, con todo y la plataforma en la que se traslada la obra, pesa 230 kilos.
“Siempre he tenido la idea de hacer una obra como esta para representar al país, en especial a Cartago, incluso he hecho otras más pequeñas”, contó el artista brumoso.
La representación de la casa de la Virgencita de los Ángeles es igual a la original, cuenta con el altar mayor, las columnas y las sillas como se aprecian en la basílica.
Don Luis Guillermo asegura que le dedicó un total de 1.900 horas a la estructura para honrar las bendiciones que la madre de Jesús ha traído a su vida.
En materiales invirtió cerca de ¢600.000 y aunque tiene planeado mantenerla en exhibición, no descarta la posibilidad de venderla, eso sí, quien la quiera deberá desembolsar un buena suma, pues calcula que su precio es de cinco millones de colones.
Y es que como buen cartago ha crecido con la devoción desde la cuna, por lo que está orgulloso de que la Patrona de Costa Rica esté en su provincia. Por eso no podía dejar de aprovechar los talentos que Dios y la Virgencita le dieron para honrarla.
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La basílica original, la que cada año visitan millones de personas (es el cuarto santuario más visitado de Latinoamérica), comenzó a construirse en 1912, después de que el terremoto de 1910 que azotó la ciudad de las brumas, destruyera el templo original. Y estuvo a cargo del arquitecto Lluis Llach Llagostera.