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(Video) Familia pasa penurias: lleva cinco años sin electricidad

Sala IV declaró con lugar un recurso de amparo y ordena al ICE ponerle el servicio

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Tener un nuevo aire fuera de la ciudad parecía sencillo de lograr para Óscar Protti y su familia.

Sin embargo, no imaginaron en esta familia que después de cuatro años de cambiar de casa aún no contarían con el servicio de electricidad y eso les ha complicado la vida. Cosas que para muchos son sencillas y se dan por descontadas son para ellos un desafío cotidiano.

Don Óscar vive con su esposa Hazel y su hija Fiorella en Los Ángeles Norte de San Ramón, un lindo lugar al que llegaron en el 2015 después de vender su casa en Hatillo centro.

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“Nos arriesgamos y no pensábamos que tendríamos que vivir en condiciones como antiguas. El no tener luz afecta todas las labores diarias y además, debemos hacer gastos adicionales para comprar comida, cargar los teléfonos y para cocinar. Somos adultos mayores y creemos que la burocracia afecta nuestra calidad de vida”, dice Protti.

Cansados de la situación decidieron acudir a la Sala IV y presentaron un recurso de amparo el 28 de febrero. El 29 de marzo la Sala declaró con lugar el recurso y estableció que en un plazo de tres meses, el ICE debe indicarle a la familia la fecha en la que hará la instalación del servicio.

Suena fácil, pero no lo es tanto.

En el ICE informaron este viernes que se encuentran en el proceso para establecer la fecha, según las capacidades financieras y operativas de la institución.

Mientras tanto, la familia sigue viviendo como hace cincuenta o sesenta años.

Las peripecias

Doña Hazel Chacón nos contó que desde el primer día han tenido que hacer maniobras para hacer cosas como lavar y cocinar y para pasar los días a oscuras.

Cuenta que al inicio no podía dormir tranquila, especialmente porque su hija Fiorella tiene síndrome de Down y como a veces no puede salir, se aburre la mayor parte del día.

“Cuando nos pasamos cambiamos la refrigeradora y la cocina. La refri no la puedo usar (a veces la utilizan como alacena) y tuve que cambiar la cocina por una plantilla de gas. Todos los días debemos salir al centro de San Ramón para comprar la comida, no podemos tener ni frutas ni carne almacenados porque se nos descomponen. Nos ha pasado que hemos botado comida porque se nos daña”, dijo.

Al caer la tarde, a eso de las 5:30 p.m., deben iluminar la casa con, mínimo, dos candelas. Las apagan cuando están a punto de dormir y no las llevan a los cuartos para evitar accidentes.

“Siempre dejamos las candelas apagadas en la mesa, pero como quedan abajo, a veces nos pasa que en medio de la noche nos tenemos que despertar y no tenemos nada a mano para iluminar las escaleras”, agregó la señora.

A pesar de las dificultades, se las ingenian para no estar incomunicados. Cambiaron de operador para tener mejor señal celular en la casa y los aparatos los cargan con un adaptador que conectan a la batería de los carros. Tratan de usar los teléfonos el menor tiempo posible y como no tienen televisor, se la juegan viendo videos o películas por ratos.

“Todos los días tratamos de escuchar noticieros para estar al día con lo que pasa en el país y en el mundo. En algunos casos nos preguntamos en qué día estamos, porque a veces perdemos la noción del tiempo”, agregó Óscar.

Fiorella es la menor de los 6 hijos de esta pareja. Sus papás dicen que es la más afectada con la falta de electricidad pues no puede aplicar lo aprendido en las clases de cocina que finalizó el año pasado ni puede hacer en casa las tareas de la universidad.

“Estaba llevando cursos de computación y las tareas las tengo que hacer allá en la universidad. Cuando llevé los cursos de la cocina, si tenía que preparar algún platillo tenía que llevar los ingredientes y prepararlo en la escuela. Paso mucho tiempo aburrida, porque al no vivir en el centro de San Ramón no puedo salir”, expresó esta joven de 26 años.

Esta familia tampoco cuenta con servicio de agua. Para beber y para cocinar recogen de una quebrada cercana a la casa y a la que llamaron Doña Chayo (en honor a la mamá de Óscar). Además, aprovechan el agua de lluvia para lavar, limpiar los pisos y hacer otras tareas.

“El agua de la quebrada es potable, nos la certificaron. La Asada que nos daría el servicio nos pide ¢13 millones para hacer la instalación del sistema en la casa. Eso no lo podemos pagar, pero afortunadamente, aprovechamos el agua de la quebrada y las lluvias para tener líquido”, indicó don Óscar.

La electricidad en Tiquicia

En el país, el 99,4 por ciento de la población cuenta con el servicio de electricidad, de acuerdo con Isabel López, jefa de la Dirección de Área Comercial, Negocio, Comercialización y Distribución de Electricidad del ICE.

“La zona con el nivel de cobertura más baja es una parte de Talamanca, la cual, en su mayoría, es altamente boscosa y con asentamientos humanos reducidos, llegar con sistema de postería es costoso y con un impacto ambiental muy grande. El ICE utiliza soluciones como paneles solares para brindar el servicio eléctrico”, indicó López.

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