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(Video) Comedores en coles nocturnos son parte de la receta para que los alumnos sigan en las aulas

El 80 por ciento de las personas que estudian de noche se benefician con una cena balanceada

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Es jueves por la noche y Keylin Jiménez, de 27 años, y su hijo Dereck Cordero, salen un momento de clases para ir a cenar.

Ambos aprovechan el servicio de comedor que les da el Liceo Nocturno José Joaquín Jiménez Núñez, en Guadalupe, el cual beneficia a poco más de 400 estudiantes.

Jiménez retomó los estudios este año, ya que en el 2011 tuvo que hacer una pausa. Esta vecina de El Carmen, en Goicoechea, cursa el octavo año y se sorprendió al saber que en el cole le podían dar de comer a ella y a su pequeño de 8 años.

“Cuando matriculé me dijeron que podía traer a mi hijo y la verdad me encantó la idea, porque mi esposo trabaja de noche y por eso no me puede ayudar con el cuido.

"Me parece que la cena llena bastante y eso me ayuda a no perder la concentración, pues no debo pensar dónde comprar algo para comer. Mi meta es ganar el quinto año y soy consciente del sacrificio que todos hacemos, porque Dereck y yo llegamos a la casa a eso de las 10:30 de la noche”, comentó.

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Keylin es parte de los miles de estudiantes que se benefician con una beca de alimentación en colegios nocturnos.

Según la Dirección de Programas de Equidad del Ministerio de Educación Pública (MEP), el 80% de los estudiantes reciben una cena en sus instituciones, lo que les motiva a seguir en las aulas.

La exclusión (término empleado cuando el estudiante abandona las aulas) disminuyó en los últimos años tras el regreso de vacaciones de medio período y una de los elementos que ayudó a bajar esa cifra fue precisamente la alimentación en los centros educativos.

Mientras que en el 2017 la deserción de las aulas fue de un 13,8%, en el 2018 bajó a un 10% y el año pasado alcanzó un 9,7%, lo que representó a unos 3.200 estudiantes. El año pasado se matricularon 33.864 estudiantes en colegios nocturnos.

Vinicio Chaves, de 19 años, se siente motivado al saber que un plato de comida lo espera en el colegio. Actualmente trabaja como operario en una empresa constructora en Purral y luego del colegio se traslada a su casa en Tres Ríos.

"Ahorita estoy en décimo año y gasto mucho dinero en pasajes. A veces por mi trabajo no me da tiempo de comer nada por la tarde.

"Mi trabajo requiere de mucho esfuerzo físico y, afortunadamente, con la beca del comedor no debo pensar en comprar comida, el plato es rico y puedo llegar a tiempo al colegio para no perder clases pues no debo buscar algún lugar para comer”, añadió Chaves, quien también estudia en el Liceo José Joaquín Jiménez Núñez.

Del almuerzo a la cena

Sandra Herrera tiene 50 años y cursa el duodécimo año en el Colegio Técnico de Vásquez de Coronado, en la especialidad de Contabilidad. Sus clases inician a las 5:30 de la tarde y por la dinámica de su trabajo a veces almuerza y no vuelve a probar bocado hasta que llega al centro educativo.

“Cuando empecé a estudiar, en el 2018, apliqué para la beca del servicio de comedor. La primera vez que comí acá me recordó cuando lo hacía en la escuela y agradezco la ayuda, porque así puedo estudiar más concentrada y ya me acostumbré a probar buena comidita”, afirmó.

Sandra trabaja como oficinista en un taller de repuestos y dice que para ella no fue nada fácil volver a las aulas. Sus hijos, Paula y Mitchel, la impulsaron para iniciar los estudios, el año pasado pensó en dejar las aulas.

“Ha sido muy cansado, porque a mi edad me cuesta más absorber la materia. Pero gracias al apoyo de mis compañeras, de los profesores y de mi familia sigo acá”, manifestó.

Con ella coincide su compañera Ana Patricia Cedeño, quien a sus 35 años decidió volver a estudiar, para en un futuro montarse una oficina contable.

“Había sacado el bachillerato por madurez y quise volver a estudiar para tener una carrera que me permita tener un ingreso extra y así ayudar a mi esposo. En estos tres años he hecho muchos sacrificios, pero las más perjudicadas son mis hijas Valeria y Daniela, porque prácticamente las veo un rato por las mañanas y ellas me reclaman por no poder dedicarles el tiempo suficiente”, contó.

Cedeño explicó que gracias al servicio de comedor no debe preocuparse por comprar cena, pues sabe que gastar, aunque sea en una galleta, le genera un gasto y prefiere ahorrar ese dinero para invertirlos en su familia.

Panza llena, mayor concentración

Patricia Méndez, jefa de la Unidad para la Permanencia, Reincorporación y Éxito (Upre) del MEP, señaló que la exclusión es un fenómeno con muchas causas y lo importante es que sea atendido a tiempo, para garantizar que la mayoría de estudiantes permanezcan en las aulas.

“Contamos con un sistema de alerta temprana que nos indica ciertas señales de que el estudiante quiere dejar las aulas. Entonces analizamos cada caso y, si determinamos que una de las causas puede ser la situación económica, intervenimos para resolver ese problema. De ahí se visualiza que el servicio de comedor es una de esas alternativas que cuentan los alumnos para seguir estudiando”, dijo.

Méndez agregó que hay una motivación fundamental para ofrecer el servicio de comedor estudiantil.

“Si el estudiante tiene hambre no se concentrará en la materia que ve en el aula. Si lo vemos desde la teoría de las necesidades básicas, de las personas, si alguien no tiene alimento en sus entrañas cómo le podemos pedir que deje volar su imaginación, que analicen. Se ha demostrado que el cuerpo de una persona con la panza llena trabaja mejor”, afirmó.

Leonardo Sánchez, director de la Dirección de Programas de Equidad del MEP, expresó que en el 2014 comenzaron los esfuerzos para ayudar a este sector de la comunidad que estudia de noche.

En la actualidad se beneficia a un 80 por ciento del total de la población y para este año, solo en la compra de alimentos, invertirán ¢7.000 millones.

"El objetivo es alimentar a todos los estudiantes que así lo requieran y asegurarnos que no abandonen las aulas. Sabemos que la mayoría de alumnos de colegios nocturnos vienen del trabajo y no tienen tiempo para pasar a comer antes de clases o que no les alcanza el dinero para comprar una cena”, expresó.

Sánchez destacó que el menú fue elaborado por la Escuela de Nutrición de la UCR en conjunto con el MEP y se compone de un ciclo de 5 semanas, donde cada día se prepara un plato diferente, de manera que el estudiante no se aburra.

“La intención es que el estudiante no pase hambre y muchas veces en sus hogares no tienen los recursos para comer una carne o una ensalada. Por eso se planifica lo que se va a dar, para que el plato contenga proteínas y vegetales y así haya un plato completo”, añadió.

Martha Calderón, profesora de Biología del Liceo Nocturno José Joaquín Jiménez Núñez, cree que el servicio de comedor es muy adecuado para atender a una población con mucha necesidad.

"Recibimos estudiantes que vienen de zonas vulnerables y muchos no cuentan con los recursos para comprar comida. Tenemos estudiantes de 15 años en adelante y, partiendo del hecho de que el cuerpo no funciona bien con hambre, de que el sistema nervioso tiene una alteración al sentir el estómago vacío, es donde hacemos énfasis en la importancia de un beneficio como el comedor.

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“Nosotros no tenemos comedor, entonces contamos con la modalidad de plato servido, donde se contrata un catering service que trae la comida lista para servir. Todos los días, cada estudiante bebe anotarse en una lista, porque con eso comprobamos quiénes reciben el beneficio y así el MEP nos gira el dinero para seguir brindando el servicio”, expresó.

Por otro lado, Yessenia Oviedo, orientadora del Colegio Técnico Profesional de Vásquez de Coronado, comentó que al día de hoy tienen becados a 90 estudiantes y quienes no reciben este beneficio pueden comprar la cena por un monto de ¢650.

“El servicio de comedor lo damos desde el 2013. Este es un incentivo muy importante para los estudiantes, porque ellos permanecen en clases de 5:30 p.m. a 9:30 p.m. y siempre veremos filas de estudiantes esperando para recibir el plato de comida. Cada estudiante me indica por escrito por qué necesita la beca y se valora cada caso”, manifestó.

Oviedo es clara en que muchos de los alumnos de colegios nocturnos necesitan estudiar para tener un mejor trabajo y la mayoría son muy agradecidos por recibir este alimento.

“Cuando el estudiante es joven a veces es más delicado para comer, mientras que el adulto valora más lo que recibe. Acá la comida no se puede guardar para el día siguiente y a veces algún alumno nos pide para llevar a su casa o aprovecha para repetir”, afirmó.

Yenci Aguilar Arroyo

Yenci Aguilar Arroyo

Redactora de la sección de Nacionales. Trabajó en las secciones de Deportes, Tiempo Libre y tiene experiencia en comunicación institucional. Cuenta con 18 años de experiencia, desarrollada principalmente en el periodismo escrito. Fue designada Periodista del Año del 2023. Trabajó en el Periódico Al Día.

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