(Video) Privado de libertad recibirá “gatoterapia” desde su casa

El minino era el gran amigote del recluso en la Gerardo Rodríguez y ahora es su mascota en la casa

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Un privado de libertad que se tiene que someter a una operación y tendrá casa por cárcel mientras se recupera, estará más tranquilo porque se reencontró con Macho, un minino del que se hizo amigo en la cárcel Gerardo Rodríguez, en San Rafael de Alajuela.

Macho es un gatico juguetón y divertido y en este caso la verdad es que fue el peludito el que adoptó al preso, quien prefirió que su nombre se mantuviera en secreto, pero lo llamaremos Beto.

Este par de amigos se encontraron en la cárcel, en el pabellón llamado Los Pizotes.

Esta linda historia se empezó a escribir a finales del 2018 y tuvo un final feliz este jueves 16 de enero, cuando el privado de libertad y el minino se reencontraron en la casa donde debe permanecer el hombre.

El pabellón Los Pizotes se llama así porque precisamente hay un montón de estos animalitos y gatos. Una de las mininas tuvo crías y los gaticos se hicieron amigos de los privados de libertad, sobre todo dos de ellos, uno blanquito y otro negrito.

Al blanquito le pusieron Macho y jugaba con todos los reos, pero en las noches se iba a buscar a Beto para dormir.

Para mala suerte del felino, al reo lo trasladaron a La Reforma y ahora que lo van a operar lo mandaron a la casa. Beto debe permanecer ocho semanas con arresto domiciliario mientras se recupera. Es decir, iba a pasar mucho tiempo sin ver a su gran amigo.

El protagonista de esta historia creció en una familia amante de los animales, excepto con los gatos, pues la abuela amaba las aves y como los mininos se comen a los pájaros, no los quería mucho y ese sentimiento se lo trasladó al padre del privado de libertad.

Por lo tanto, en la casa del papá de Beto hubo perros, gallinas, pájaros, hasta un cabro, pero jamás un gato.

En el pasado, cuando una hermana de Beto se casó y tuvo su hogar, adoptó unos gaticos porque a ella sí le gustan y cuando su hermano visitaba la casa, los tocaba y medio acariciaba, pero hasta ahí.

Después Beto tuvo un problema con la ley y fue a dar a la cárcel y se encontró con Macho. Al cabo de unos días, el minino se ganó el amor de Beto.

Este jueves, ocho días antes de que sea sometido a la operación, llegó a su casa con el permiso de Adaptación Social y se encontró con una gran sorpresa: Macho lo esperaba con los brazos abiertos, o, mejor dicho, con las paticas abiertas.

¿Qué pasó?

No crean que el minino caminó desde San Rafael de Alajuela hasta Hatillo, donde está ubicada la casa del privado de libertad. Más bien fue una iniciativa de la familia para matar dos pájaros de un solo tiro: darle un hogar a Macho y una sorpresa a Beto y todo salió a la perfección, según cuenta la hermana.

Resulta que los privados de libertad solo pueden hacer una llamada al día, de cinco minutos, y el hombre aprovechaba para hablar con su mamá, aunque se moría de las ganas de llamar a la cárcel Gerardo Rodríguez para preguntar por el gatico.

Le decía a su mamá: “quién sabe cómo estará Macho, quién sabe si le darán de comida, me hace falta el gatillo" , en resumen Beto solo hablaba de Macho.

Fue cuando la madre ideó pedir un permiso a Adaptación Social para ver si era posible traerse al gato para la casa y que le hiciera compañía a su hijo.

Los familiares dicen que la gente de la cárcel dio el visto bueno y entonces se fueron a recoger al Macho, pero no le dijeron nada a Beto.

“Al día siguiente que lo trajimos mi hermano llamó y fue impactante para mi mamá porque el gato le pasaba por los pies, como si supiera que era él y cuando terminó de hablar se alejó. Además, una de las primeras cosas que identificó fue el sillón que es de mi hermano. Lo olió y se acostó. Duerme ahí”, dijo la hermana.

Final feliz

La experta en gatos y sicóloga, Julia Rojas, aplaudió la decisión de dejar al gatico reunirse con el privado de libertad porque es un beneficio para ambos.

“Es un vínculo saludable, tanto físico como emocional y sicológico. No sé que hizo esa persona, pero en términos generales, el animal puede sensibilizar a las personas y el gatico encontró un hogar donde será feliz. Por algo, en cárceles de otros países los animales son utilizados como terapia”, explicó Julia.

La experta dijo que lamentablemente sabe de situaciones horribles que han pasado con gatos en ese lugar y se alegró mucho de que la historia de Macho tuviera un final feliz.

Mientra tanto, el Ministerio de Justicia y Paz dijo que ellos no son responsables de los gatos y que han coordinado con Senasa la posibilidad de retirarlos.

“En ocasiones los visitantes se llevan los animales bajo la promesa de que los van a cuidar”, dice una respuesta escrita por Justicia y Paz.