En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, La Teja logró contactarse con Yuendy Alvarez Briceño, una mujer de 34 años, madre de dos hijos y vecina de Puntarenas es la primera operadora de maquinaria grande como grúas y montacargas.
Actualmente tiene tres años de laborar en la Sociedad Portuaria de Caldera y es un ejemplo de vida demostrando que las mujeres no tienen límites y que pueden ocupar los puestos que ella deseen.
“Empiezo a trabajar en el muelle como chequeadora, pero con el tiempo sale la oportunidad porque gerencia técnica quería una mujer para la inclusión en esa área porque solo había varones en el área de operadores, entonces como yo andaba en el muelle todos los días porque en una u otra cosa, o sea, yo hacía de todo porque siempre he sido una mujer que me gusta trabajar”, contó Álvarez a La Teja.
Yuendy cree que, debido a su manera de ser y que siempre estaba ahí metida, trabajando y trabajando, le preguntaron si quería ser parte de ese proyecto y aprender a manejar los maquinones. A pesar de que en la vida había ni montado en una, su valentía y pasión por el trabajo la llevó a decir que sí.
“En la vida se me hubiese ocurrido, cuando llegué al muelle siempre me llamaron la atención las grúas móviles que son las grandotas y yo les decía a mis compañeros que algún día yo me iba a montar ahí”, recordó.
Álvarez aprendió primero a manejar el tracto mula, luego el montacargas y ya cuando estaba más fogueada le dieron oportunidad en la frontal, que es la máquina más grande.
La puntarenense asegura que le encanta su trabajo porque es una forma de mostrar que no solo los hombres pueden ejercer este tipo de labores y que siempre ha destacado por ser una mujer que le gusta aprender e todo.
“Me gusta saber de todo un poco, de hecho, cuando iba a ingresar me preguntaba qué podía estudiar porque me gustaban muchas cosas, siempre fui una mujer de esas que quería saber de todo, entonces nunca me limité, no me da miedo, porque en el momento en el que se siente miedo no se puede realizar nada.
“Si le tengo mucho respeto a todo lo que manejo porque son máquinas, son cosas que usted tiene riesgos, que puede golpear a alguien que tiene que estar como con 20 ojos al mismo tiempo y tiene que estar concentrado, pero eso me gusta”.
La primera vez en una máquina
Yuendy recuerda que la primera vez que se montó por en una de las máquinas, pese a que antes había manejado carros, la experiencia fue totalmente diferente debido a las dimensiones de las máquinas y asegura que una de sus complicaciones inicialmente era echar para atrás; sin embargo logró aprender.
“Es algo muy diferente por las dimensiones, yo como antes manejaba carro me quedé con la cosa de andar viendo por los espejos y yo le decía a la persona que me estaba enseñando, no creo poder, creo que lo más difícil para mí y para todos es echar para atrás y recuerdo que una vez estaba con una carreta más pequeña y no pude echar para atrás, ese día me sentí tan frustrada que me puse a llorar y le dije a mi compañero, ‘ahí le dejo esa cosa, ve a ver qué hace, póngalo a usted yo ya no quiero más’”, recordó Álvarez.
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Sin embargo, la puntarenense encontró en sus compañeros ángeles que no la dejaron rendirse.
Por ejemplo, uno le dio un bolado que hasta la fecha sigue utilizando.
“Cuando estaba frustrada por no lograr echar para atrás la maquina, llegó un compañero y me dijo que debía conectar lo que pensaba con lo que quería hacer y desde ahí logró hacer todo.
“La paciencia, que ellos para enseñar porque no cualquiera te puede enseñar, la dedicación, el tiempo que sacan y la preocupación que tienen para que yo siempre aprenda, eso lo agradezco mucho”, dijo esta conductora de gigantes.