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Zepol, un limonense que nació y creció en las bananeras

El ungüento balsámico está a cinco años de cumplir la teja de haber sido inventado y sí, el nombre es López al revés

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Don Luis Alejandro López inventó el ungüento Zepol para ayudar a los empleados de las bananeras en Limón, ahora casi 100 años después sus nietas debido a la pandemia tuvieron que darle un giro al negocio y abrir su propia tienda física y el lanzamiento de un sitio de comercio en línea.

“Con la pandemia hubo mucha restricción de tránsito a puntos de ventas y los consumidores empezaron a llamar al laboratorio preguntando si podíamos vender unidades”, explicó Mauricio Araya, jefe de Mercadeo Regional de la compañía.

Esto es solo una muestra de que la familia López no se arruga y para que nos crea le vamos a contar la increíble historia de cómo nació este producto que es de los chineados de los ticos.

Un joven venezolano de 26 años emprendió el viaje de sus sueños desde su país hacia Nueva York, Estados Unidos, en 1924. Con varias maletas al hombro, un tubo con tapa de aluminio de unos 50 centímetros y la ilusión del sueño americano en su horizonte, se montó a un barco que lo llevaría sin escalas a la tierra prometida en el norte de América.

El barco zarpó sin ningún problema y aquel joven, quien ya se había graduado de farmacéutico y de nombre Luis Alejandro López, estaba convencido que lograría alcanzar todos sus sueños ganando en dólares y, tal vez, hasta se casaría con una gringa.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado

De un pronto a otro, cuando no llevaban ni medio camino, el barco sufrió un desperfecto y al capitán no le quedó más remedio que detenerse en el puerto más cercano para arreglar el daño y continuar el viaje. Ese puerto más cercano fue Puerto Limón. Recién empezaba marzo de 1924.

En aquellos días reparar el daño de un barco no era un asunto de horas, se hablaba de días y en muchos casos hasta semanas, todo dependía de la gravedad del asunto.

Estando el barco en reparación, justo el 4 de marzo de 1924, como ha sido siempre normal en esta tierra bendita, hubo un terremoto (de 7 grados de magnitud), registrado en la historia como el terremoto de Orotina, por el cual, según datos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), murieron más de 70 personas.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López Mejías, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado

El terremoto dañó las líneas del tren, hubo grandes deslizamientos de tierra y suspendió toda la actividad en Puerto Limón, o sea, el barco de aquel muchachillo farmacéutico no podía zarpar, es más, ni lo habían terminado de arreglar.

Tras de cuernos, palos, porque Luis Alejandro no solo se quedó atorado en Limón, sino que perdió todas sus maletas porque mientras arreglaban el barco se hospedó en un hotelito que se incendió con el terremoto. Se quedó, como decían los abuelos, con una mano atrás y otra adelante.

Eso sí, solo pudo rescatar una pertenencia, el tubo con la tapa de aluminio porque lo cuidaba y chineaba como su vida, ya que adentro estaba su título de farmacéutico.

Sin poder irse para ningún lado, sin ropa y sin mucha plata, López llamó a un doctor tico amigo suyo para contarle su situación y más rápido que ligero, desde San José, le ayudó para que consiguiera trabajo en una de las bananeras de la United Fruit Company.

Así le cambió la vida por completo al joven venezolano que iba para Gringolandia y terminó varado y socolloneado en Tiquicia.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado

Crema López

El bretecito que le dieron fue de farmacéutico jefe del pequeño lugar con medicinas, para la atención a los trabajadores de la bananera.

Fue así como comenzó a recibir afectados por picadura de mosquitos (esos eran por montones), con sarpullido que ni sabían por qué se habían brotado, otros con raspones y algunos más con otros tipos de picaduras; además, por el clima típico del Caribe, las gripes y los trancados de la nariz le llegaban en gran cantidad.

Poco a poco Luis Alejandro comprendió que con las medicinas que tenía no le estaba dando la atención que necesitaban sus pacientes y después de analizarlo muy bien reconoció que debía fabricar algún tipo de protector ante los mosquitos, pero que además sirviera para curar los piquetes y apurara la recuperación de los raspones y piquetes infeccionados.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado. En la foto, María Alejandra López Yglesias, actual directora general y nieta de Luis Alejandro e hija de Alejandro López Van der Laat, hijo de Luis Alejandro y quien fue director general de 1979 al 2011.

Mezcló un poco de alcanfor, eucalipto, tomillo, mentol, y otras hierbas. El resultado fue una crema con un olor agradable y que logró alejarles los mosquitos a los empleados de las bananeras. Era 1926.

Conforme pasó el tiempo fue mejorando la fórmula y la crema pasó a ser un ungüento, ya que los ungüentos no tienen el agua como base, sino que son grasosos y así logró que le durara más en el cuerpo a los pacientes a pesar de los aguaceros o la humedad de la zona.

Desde 1924 a 1939, Luis Alejandro trabajó en las bananeras de Limón y fue ahí donde inventó y pulió la fórmula de su ungüento balsámico que para ese entonces no tenía nombre, simplemente era conocido como el ungüento del doctor López.

En 1939 dejó Limón y viajó a San José, en donde puso la Farmacia López, en la cual vendía todo tipo de medicamentos, pero la fama de su ungüento, ya con 12 añitos de edad, se conocía y las ventas de este aumentaron día con día.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado

A pesar del aumento de ventas, todavía el farmacéutico podía salir adelante con los pedidos haciéndolos él mismo; sin embargo, para 1950 llegó el momento en que no dio a basto y nace Laboratorios Zepol que se encargó de fabricarlo industrialmente. Al inicio se llamaba Ungüento López.

De López a Zepol

Nosotros visitamos Laboratorios Zepol, en Cipreses de Curridabat, ahí nos recibió muy amablemente María Alejandra López Yglesias, directora general; Ana María López Ramírez, desarrolladora de nuevos negocios; Euyelín Campos, directora de estrategia comercial; Mauricio Araya, jefe de mercadeo regional y Heiner Rodríguez, director técnico.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado

Doña María Alejandra y Ana María, son nietas de don Luis Alejandro; hijas de don Alejandro López Van der Laat, hijo del inventor de Zepol y quien fue director general de 1979 al 2011, siendo el principal responsable de llevar al laboratorio hacia un mayor crecimiento y modernización.

La familia no sabe por qué y cuándo exactamente el asunto pasó de López a Zepol, porque al revisar documentos familiares antiguos tienen la marca López y de un pronto a otro el ungüento pasó a llamarse Zepol.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado

Lo que sí nos aclararon fue la gran duda que tienen muchas personas, el significado de Zepol.

“Sí. Zepol es López al revés, no es ningún mito o invento, es la pura verdad y nos lo confirmó el abuelo”, asegura la directora general, quien además asegura que la empresa es 100% costarricense.

Actualmente Laboratorios Zepol produce más de 30 productos y le da bretecito a más de 100 empleados. Exporta el Zepol y otros de sus productos a toda Centroamérica, el Caribe y Estados Unidos.

Frasco de vidrio

Hace 71 años el Zepol se vendía en envase de vidrio y para celebrarlo usted puede encontrar a la venta la edición retrolimitada Zepol vidrio. Este envase le ha traído viejos recuerdos especialmente a los abuelitos de la casa. Es una presentación de colección.

En 1951 el ungüento balsámico, Zepol, se comenzó a envasar industrialmente, sin embargo, el farmacéutico venezolano, Luis Alejandro López, lo inventó desde 1926, o sea, que para el 2021, cumple 95 de haberse creado

“Sabemos que, a lo largo de los años, Zepol ha sido una marca que ha acompañado a muchos de nuestros consumidores y hemos forjado muchas historias y vínculos que van más allá de la aplicación del producto, y que ahora queremos revivirlo con esta presentación limitada para todos los “Zepolovers” (amantes del Zepol). Es un recuerdo de nuestra evolución, de la historia que ha tenido Zepol a lo largo del tiempo”, comenta Araya, jefe de mercadeo.

Enzepolarse

¿Será cierto que los ticos nos enzepolamos o al menos conocemos ese término?

“¡Por supuesto” es lo primero que nos responde monseñor Javier Román Arias, obispo de Limón desde el 2015. En realidad monseñor es de Tacares de Grecia, pero al llegar a Limón y tener que visitar pueblos, encontró un uso bien puras tejas a la enzepolada.

“No sabía que el Zepol había nacido en Limón, me alegra mucho eso. Claro que yo me enzepolo y lo hago como una fórmula que no falla y así se lo digo a todo el mundo: usted se embarra Zepol al lado arriba de las medias cuando va a la montaña para que no se le suban las coloradillas (unas muy pequeñitas garrapatas de color rojo que pican durísimo). Al que va a la montaña conmigo se lo receto... y funciona, hagan la prueba para que vean. Por supuesto que siempre lo uso para los resfríos”, reconoció monseñor quien tiene 59 años.

El mismo monseñor Javier Román Arias, obispo de Limón, se arrolló las mangas, una vez más, y se puso a cargar metros y metros de mangueras que donaron para que las familias indígenas afectadas pudieran tener agua.

“No puede pasar un día sin que me enzepole”. Confiesa don Martín Solano, vecino de Tres Ríos, de 51 años.

“Tengo siete hermanos y todos cédula siete, nacidos y criados en barrio Quinto, San Juan, Río Blanco y Liverpool. En varias zonas con ríos y en donde abundaban los zancudos, como limonenses usábamos y lo usamos para espantar esos zancudos; de hecho, la abuela mezclaba el Zepol con aceite de coco y listo, para las orejas, las manos, el cuello y adiós bichos.

“Recuerdo a mi abuela, doña Ángela Arce (quien ya falleció), siempre con un frasquito de Zepol en su mesita de noche. Mis 10 tías, todas, usan Zepol, en mi casa usted siempre encontrará dos tarritos: uno nuevo y otro usándose, porque no me puede faltar, incluso cuando puedo me compro el extragrande.

“Mi mamá también lo usaba y me enzepolaba de fijo en dos momentos: cuando me quemaba mucho la espalda por andar pescando y cuando me resfriaba. La tradición sigue, mis hijas, una de 28 y otra de 29 años aman el Zepol porque es la pomada canaria para nosotros”.

Zepol Market

Aquel Zepol inventado en las bananeras sigue creciendo, Laboratorios Zepol recién abrió en su edificio en Cipreses de Curridabat, su primera tienda física y al detalle para público general. Se trata de Zepol Market.

Por ahora, quienes no deseen trasladarse, pueden hacer sus pedidos por WhatsApp 6393-7029, Teléfono 2272-3155 y correo electrónico: Info.zm@zepolmarket.com

Zepol Market tiene: Zepol Resfríos (ungüento y crema), Zepol Infantil (ungüento y crema), Zepol Muscular, ungüento y vaselina Manzatín, Zany Antiséptico, Zderm y Manzatín Má.

Martín Solano Marín, limonense, asegura que toda su familia usa Zepol todos los días, incluso sus dos hijas de 28 y 29 años, ya lo usan

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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