Leandro Rojas Torres, conocido por sus amigos como “Lechuza”, estaba ilusionado con ver crecer a su pequeño hijo Thiago, de apenas un añito de edad, pero un fatal accidente de tránsito le puso fin a ese sueño paterno.

El hecho fatal sucedió este domingo a eso de las 7 p. m., cuando Rojas, de 22 años, manejaba su carro (tipo pick up) por la comunidad de Javillos de Florencia, en San Carlos. Por motivos que se desconocen, el joven perdió el control del chuzo y se estrelló contra un árbol que estaba al lado de la calle.

Los paramédicos lograron sacar a Rojas con vida del vehículo y llevarlo al hospital de San Carlos, donde permaneció luchando por su vida, pero la muerte le ganó la partida y se lo llevó este martes en la madrugada.

La muerte de “Lechuza” ha causado mucho dolor entre sus seres queridos, entre ellos su amigo Erikc Rodríguez, quien conoció a Rojas hace muchos años atrás.

“Ambos eramos vecinos de La Tigra de San Carlos, mi hermano y el hermano de él siempre han tenido una gran relación de amistad en la cual nosotros también participamos y por medio de eso nació la bonita amistad que teníamos”, contó.

La luz de sus ojos

Rodríguez contó que el día del accidente, Rojas se dirigía hacia el pueblo de La Vega, ya que iba a recoger a su esposa y a su hijo, quienes lo esperaban en la casa de su suegra.

Su amigo también contó que Lechuza vivía enamorado de Thiago, quien era la luz de sus ojos, por eso estaba muy ansioso de que llegará noviembre para celebrar los dos añitos que va a cumplir el pequeño.

Para Rojas no había nada más importante que su familia, por eso se esforzaba a diario por darles lo mejor, aunque tuviera mucho trabajo siempre se le veía motivado y con una sonrisa.

“Él trabajaba en una empresa de jardinería y de plantas ornamentales que tiene el papá. Tenía un muy bonito hijo y formaban una muy bonita familia con su esposa”, añadió.

Bromista

Lechuza siempre se caracterizó por ser el bromista entre su grupo de amigos.

“Era alguien demasiado enérgico, le gustaba hacer bromas y hacer reír a los demás, siempre con esa gran sonrisa que le caracterizaba y contando las historias que le sucedían. Era un fiel amigo, así que metía las manos al fuego por cualquiera y siempre estaba dispuesto a todo con tal de ayudar a algún amigo”, contó.

Rodríguez lamentó que en los últimos años no se veían tan seguido como antes sin embargo, pero siempre que se topaban en el centro de San Carlos y sacaban el rato para ponerse al día con sus vidas.