“¡Mami se salió el río, ayúdeme a salir!“, le dijo por teléfono Jennifer a su madre Alejandra Escobar, quien no estaba en la casa, pues andaba con su madre --que tiene cáncer terminal-- en una cita en el Hospital Max Peralta, en Cartago.
Doña Alejandra asegura que en ese momento la desesperación se adueñó de ella, pues su hija Jennifer no estaba sola, sino con sus dos bebés de tres meses, Amber y Alana, en su vivienda en Islita, en La Lima de Cartago.
“Ella nos decía que el agua subió, que no podía salir. Yo trataba de estar tranquila por mi mamá y ella nos llamaba y nos decía ¡sáqueme de aquí!”, recordó doña Alejandra, quien no podía contener el llanto.
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A como pudo se subió en un carro de servicio de plataforma, que la dejó a 800 metros de la casa, pues la inundación no dejó que el vehículo avanzara más.
“Mi hija ya no me contestaba, yo corría por la pista con el agua que me llegaba a la cintura y solo le suplicaba a Dios que alguien las ayudara. Mis hijos de 10 y 12 años estaban en la escuela y también estaba inundada y la estaban evacuando, yo logré llegar a la plaza y me dijeron que mi hija y mis nietas estaban a salvo. A las bebitas las envolvieron en un paño y se las llevaron a un lugar seguro”, dijo la afectada.
Después de poner a salvo a sus bebés, Jennifer se acordó de sus hermanitos y luchó por llegar a la escuela y recogerlos, para que su mamá estuviera tranquila. Las maestras fueron las heroínas, pues sacaron a los niños en medio de calles convertidas en ríos.
“Cuando logré llegar cerca de la plaza, como a 500 metros, mi hijo me dijo, ‘mamá, deje ir la casa’ y me abrazó por detrás”, narró Alejandra.
Poco después logró llegar hasta su vivienda, pero el agua, el barro y unos troncos enormes se habían adueñado de todo lo que con tanto sacrificio levantaron en siete años y medio de vivir ahí.
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“Perdí mi casa, pero se salvaron mi hija y sus gemelitas, ¿que más le puedo pedir a Dios? ¿Qué haría ahorita sin alguna de ellas? Las bebés nacieron de seis meses y medio y estuvieron muy malitas en la unidad de cuidados intensivos, tuvimos mucho miedo de que no sobrevivieran y ayer ese miedo volvió, pero gracias a Dios las tenemos y están bien”.
Doña Alejandra vive en una de las cuatro casas que la Municipalidad de Cartago indicó quedaron inhabitables.
“Estamos limpiando a ver qué sirve y pidiéndole a Dios que nos ayude para que no se repita lo que ocurrió ayer”, dijo.
Ellas perdieron todo, las cositas de las bebés quedaron aterradas en el lodo. Si usted quiere ayudar a esta familia, puede llamar al 6083-6978.
Agua despiadada
Don Antonio Cordero fue otro de los afectados, muchas piezas de cerámica que tenía listas para vender en su negocito quedaron despedazadas por la fuerza del río Taras, en Cartago.
El local de don Antonio, Cerámicas Anthony, se ubica en La Lima desde hace 30 años y es la segunda vez que sufren de una inundación tan brava como la ocurrida la tarde del miércoles.
“Estábamos trabajando y había llovido bien fuerte. Me salí del local y en eso vi donde venía el agua saliéndose del puente. Solo me dio tiempo de gritar: ‘¡ahí viene el río!’... En segundos, el río subió 70 centímetros”, asegura.
El afectado dice que sus empleados bajaron las cortinas para ver si podían evitar que el agua se llevara las piezas de cerámica, pero qué va, era tal la fuerza de la naturaleza que en un momento les dijo que no se preocuparan más porque era peligroso.
Don Antonio nos contó que tuvo que gritar también a los vecinos para que abrieran las puertas antes de que, por el barro y la fuerza del agua, no pudieran salir.
“A mí me llegó el agua a la cintura, hasta el celular se me fue... Aquí el problema fue la cantidad de agua que se vino desde arriba. Perdí mucho, no sé exactamente cuánto. Ya esta semana y la otra no voy a poder abrir, pero por dicha todos estamos vivos”.
100 casas
El alcalde de Cartago, Mario Redondo, aseguró que la emergencia por las lluvias golpeó muy fuerte a la provincia y es por eso que corren para ayudar a los afectados.
“La afectación fue en 100 casas y en 45 comercios, todos con daños en sus electrodomésticos y claro en los productos que ofrecen y los locales”, dijo Redondo.
El alcalde comentó que de las viviendas afectadas, cuatro fueron declaradas inhabitables, estas están ubicadas al costado sur de la plaza de La Lima, donde el río se adueñó de todo a su paso.
La Teja hizo un recorrido este jueves por el lugar y el ambiente que se respira es de incertidumbre y miedo, de que vuelva a llover y la situación se repita.
Aunque algunos lugares aseguran que los trabajos que se están haciendo en la vía principal son culpables, en parte, de lo ocurrido, el alcalde aseguró que es muy prematuro culpar a alguien, porque aunque sí puede afectar la cantidad de material arrastrado, ellos pudieron constatar que la emergencia empezó en la parte norte de Cartago, por el desbordamiento del río Amapola.
El río Taras y la quebrada Norberto, también se desbordaron.
Los vecinos aseguran que lo que bajó fue como una avalancha que jaló barro, troncos y todo lo que encontró a su paso.
De momento solo hay un albergue con cuatro personas en el centro de Cartago, pues los afectados --por temor-- no han querido dejar sus casas para evitar que se les lleven lo poquito que les quedó.