Dos garrobos crudos y algunos renacuajos fueron los alimentos a los que tuvieron que recurrir Luis Rodríguez Valenzuela, de 27 años, y su amigo Johnny Sánchez Quesada, de 23, para matar el hambre y tener energía durante los cuatro días y tres noches que estuvieron perdidos en el cerro Dantas, en San Rafael de Heredia.
Este jueves Luis conversó con La Teja y nos contó que perderse en ese cerro fue la experiencia más ruda de su vida. Él aseguró que el apoyo que se dieron entre ambos fue vital para no perder la esperanza y sobrevivir.
Los dos muchachos se perdieron en el cerro la mañana del sábado 23 de enero y fueron rescatados por la Cruz Roja el pasado martes a las 8:08 a.m, cuando unos cruzrojistas los divisaron desde un helicóptero cerca del río Patria.
Caminata de pesadilla
Luis contó que decidieron visitar el cerro porque Johnny nunca había ido y estaba muy entusiasmado por conocerlo. Rodríguez reconoció que él había visitado ese refugio silvestre con su familia, pero que nunca se había adentrado tanto.
“Caminamos como seis horas, íbamos siguiendo los rótulos y luego me di cuenta que teníamos como una hora de no ver más rótulos y ya era tarde, solo había cintas rosadas en los árboles a cada 50 metros y el camino ya se estaba poniendo bastante rudo”, dijo Luis.
Como ya habían caminado tanto, Rodríguez pensó que les faltaba poco para terminar, por lo que continuaron, pero cuando empezó a oscurecer tomaron la decisión de devolverse, momento en el que perdieron el rumbo.
“Horas antes estuvimos en una catarata que estaba camino abajo, entonces le dije a mi amigo que la idea era buscar el río que estaba cerca y caminar por la orilla hasta salir a esa catarata.
“Ese día pudimos hacer fuego con un encendedor, nos mantuvimos ahí (cerca del río) con bastante frío y todo, pero al menos teníamos fuego”.
Nunca encontraron la calle
A la mañana siguiente, casi sin dormir nada, los amigos caminaron río abajo con la esperanza de encontrar un puente o algo de civilización, pero luego de varios kilómetros decidieron meterse de nuevo a la montaña, pues escucharon el sonido de varios camiones.
“Caminamos como cinco horas y los camiones cada vez se escuchaban más cerca, pero nunca llegamos. Nos agarró la tarde y ya estábamos muy deshidratados, entonces mejor nos regresamos al río. Yo sabía que mientras tuviéramos agua podíamos aguantar varios días”, recordó Luis.
De camino al río los muchachos se llevaron un tremendo susto, pues Johnny resbaló y cayó por un guindo de más de 10 metros de profundidad.
“Él quedó aturdido por unos cinco minutos y aún no entiendo cómo no le pasó nada después de una caída así. Lo traté de animar, pero con costos podía hablar porque hasta se le salió el aire, pero gracias a Dios empezó a moverse y me dijo que podía caminar”, detalló Rodríguez.
Esa noche los amigos tuvieron que construir unas camas con helechos y hojas encima de una piedra, además cazaron los dos garrobos, pero una vez más la suerte les dio la espalda, pues el único encendedor que tenían ya no funcionaba.
“Cazamos dos garrobos y unos renacuajos, pero tuvimos que comerlos crudos porque ya no teníamos fuego”, contó Rodríguez.
La peor noche
La mañana del lunes no sabían si debían seguir caminando río abajo o intentar llegar hasta donde escuchaban los camiones. Al final escogieron la primera opción y recorrieron varios kilómetros hasta llegar a una zona con pocos árboles.
“Le dije a Johnny que camináramos un poco más, pero que si no encontrábamos nada nos devolviéramos ahí, por si pasaba una avioneta para que nos viera.
Caminamos unos kilómetros más y encontramos unas huellas, que yo estoy seguro que eran de un puma o algún bicho de esos, además olía a orines, por lo que decidimos no pasar de ahí. Ese fue el único momento en el que sentí mucho miedo”.
Ese día les hizo buen sol, por lo que aprovecharon para hacer un refugio con piedras y unas hojas grandes que son conocidas como sombrilla de pobre, además recolectaron leña para pasar bien la noche, pero una vez más la naturaleza les jugó en contra.
“El clima cambio de un pronto a otro, empezó a hacer neblina y a llover, casi nos da hipotermia. Era tanto el frío que uno no pensaba ni en los animales, solo en sobrevivir al frío”.
Rescatados
Luego de pasar la peor noche de todas, los jóvenes volvieron a caminar por la montaña y alos pocos minutos escucharon un helicóptero, por lo que se devolvieron corriendo al río, pero cuando llegaron la aeronave se había ido.
“Ahí perdimos un toque la esperanza, y pensé sucediera lo que Dios quisiera. Como 40 minutos después escuchamos de nuevo el helicóptero, le hicimos señas y nos sacaron.
Fue un alivio ver la reacción de la gente de la Cruz Roja, se emocionaron como si fuéramos familia de ellos, fue muy bonito”.
Este miércoles Luis conversó con Johnny sobre lo que vivieron y de que sus familiares y decenas de personas hicieron hasta lo imposible por ayudar en su búsqueda.
“Johnny dice que él nunca más vuelve ahí, pero la verdad es que a mí me gusta mucho ir y yo soy amante de la naturaleza, esta vez fue falta de señalización y un descuido de nosotros, pero sí me gustaría volver”, finalizó Luis.