Sucesos

Antiguo dueño de canal 2 cuenta por primera vez cómo hizo para recolectar el dinero y rescatar a su hermana secuestrada

El empresario Ramón “Moncho” Coll asegura que con el tiempo aprendió a ver el secuestro como una comedia más que una tragedia familiar

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Hace 24 años el empresario televisivo Ramón “Moncho” Coll Montero, quien en aquel entonces era el dueño de canal 2, vivió uno de los momentos más difíciles de su vida cuando secuestraron a su única hermana, Olga Marta Coll.

Hace dos años, el 14 de enero del 2017, su hermana falleció por causas naturales, a los 77 años y hasta ahora el empresario cuenta cómo se las ingenió para recolectar el dinero que le exigieron los secuestradores por su liberación.

Los delincuentes lo llamaron a su casa la noche del 4 de diciembre de 1995 para exigirle la entrega de ¢2 millones a cambio de la vida de Marta, quien tenía 56 años.

“Estoy secuestrada, ¡sálveme!”, fue lo primero que escuchó el empresario después de que su esposa le pasara el teléfono.

En ese momento eran las 9 de la noche y según recuerda Coll, él estaba acostado viendo televisión en el cuarto cuando entró su esposa y le dio la noticia. Para esa fecha él vivía en Los Yoses, en San Pedro de Montes de Oca.

“Ella (esposa) llegó con cara de asustada e inmediatamente agarré el teléfono. Media llorosa Olga me dijo: ‘por favor, ayúdame. Estoy secuestrada’. Recuerdo que yo le dije: 'déjese de carajadas, estoy viendo tele, no me interesa hablar tonteras. La mandé dos o tres veces para el carajo y entonces me puso a un tipo. El hombre me mienta la madre y me dice que si no le doy dos millones de colones la mata. Ahí fue donde yo dije: ‘A la puña, ya esto sí está raro’”, recordó.

Don Ramón confiesa que en un principio dudó porque entre ellos se pasaban haciendo bromas y que por eso le creyó hasta que habló con uno de los hombres.

En ese primer contacto con los secuestradores, Coll les reclamó cómo iba a conseguir tal cantidad de efectivo a esas horas de la noche, pero por más que intentó llegar a un acuerdo le dijeron: “usted inténtelo si no la mato. Ya lo vuelvo a llamar”.

En ese momento lo primero que pensó fue contarle lo ocurrido a la familia para entre todos tratar de ajustar el dinero que para aquella época era un platal.

“Solo un hijo tenía dinero porque iba a pagar un alquiler, pero eran como ¢30 mil y nadie más tenía un cinco. Yo tenía como 8 mil pesos más.

"Se me ocurrió llamar a mi socio, José Humberto Brenes “Papeto” (también dueño de canal 2) entonces él llamó al presidente (José María Figueres) y este llamó al ministro de la DIS (Dirección de Inteligencia y Seguridad) y aquello empezó a ponerse bonito”, mencionó.

Otro de sus socios, Álvaro Allen, dueño del restaurante Manolos en la avenida central de San José, también le colaboró con más de ¢900 mil, por lo que antes de recibir la segunda llamada tenía poco más de la mitad del pago del rescate.

Más de seis horas de tensión

El día del rapto Olga Marta Coll había salido de su casa, ubicada en Rohrmoser, a las 5:40 p.m. Iba para la casa de una amiga a tomar té por las inmediaciones del Costa Rica Country Club, en San Rafael de Escazú.

Justo cuando estaba llegando en su carro Mercedes Benz 230, tres sujetos encapuchados que viajaban en un carro blanco la encañonaron.

Según le había contado doña Olga a don Ramón, después que la liberaron los hombres la obligaron a ponerse un pasamontañas y a sentarse en la parte trasera de su Mercedes, donde permaneció seis horas y media, lo que al final duró el secuestro.

Fue hasta tres horas después de su retención que los sospechosos se comunicaron con el empresario de televisión, luego que ella les contara quien era su familia y estos descubrieran que podían sacarles dinero.

Según contó Ramón Coll, en un principio la intención de los hombres (que eran dos jóvenes de 22 y 19 años y otros dos menores) era únicamente robarle el carro; sin embargo, ese detalle los hizo cambiar el plan.

La segunda llamada que recibió el exdueño de Tikal Supermercados y que se hizo desde un teléfono público fue para pactar el lugar de la entrega del dinero.

“Cuando el tipo me vuelve a llamar ya la policía estaba ahí y me dicen: ‘compórtese machito, pórtese serio, no se deje atemorizar’, entonces él (secuestrador) me mentaba la madre y yo se la mentaba. Le dije que tenía esa plata nada más (menos de un millón de colones) y me dijo: ‘mándeme eso y consiga el resto’ y me ordenó dónde irlo a dejar”, dijo.

La doble entrega

El sospechoso al mando del secuestro le hace una tercera llamada, a eso de las 10:30 p.m., para indicarle que el dinero debía de tirarlo a la carretera que conduce a Guápiles desde el puente que hay donde estaba la Bayer y la antigua Mercedes Benz.

Ramón recuerda que en ese momento agarró un maletín rojo que tenía en su casa y echó el dinero para la primera entrega mientras pensaba cómo ajustar los ¢2 millones.

El empresario contó que lo que la prensa no sabía es que él llegó a hacer la entrega del dinero en su propio carro Isuzu Trooper y que adentro iban dos oficiales especializados y que él también iba armado.

“Bajé y tiré la plata donde me dijeron y me fui. Al ratito me vuelven a llamar (por cuarta ocasión) y me mientan la mamá otra vez y me dicen que no les di la plata y que no están dispuestos a soportar que los estuviera vacilando. Decían que nos les había entregado lo dicho y tuve que explicarles que sí, que tiré un maletín rojo donde ellos dijeron y me dicen: ‘ya lo llamo’”, recordó.

Sin ningún rasguño

La quinta llamada se da a eso de las 11:35 p.m. y aún más molestos los sospechoso le indican que debe ir a dejar el resto del dinero al mismo sitio en los próximos minutos para liberar a la mujer.

Un sobrino suyo apareció con ¢900 mil más y al final logró entregarles ¢1.9 millones poco antes de la medianoche.

A eso de las 12:30 a.m., Olga Marta desde su casa en Rohrmoser se comunica con Ramón para decirle que la liberaron sana y salva en Lomas del Río, en Pavas, con su carro.

Con el pasar de los años, Ramón, quien ahora está dedicado a dirigir canal 36 Anexión TV de Guanacaste, asegura que para él este secuestro fue como una comedia porque se notaba la inexperiencia de los delincuentes.

Además, dice que después de lo ocurrido casi nunca tocaron el tema en la familia y que su hermana nunca quiso denunciar a los sospechosos.

Días después la policía descubrió que esos mismos sujetos fueron los que mataron un día antes al empresario Rodrigo Mora frente a su casa, en Rohrmoser, para robarle su vehículo.

Silvia Núñez

Silvia Núñez

Periodista de Espectáculos y Sucesos. Bachiller en periodismo de la Universidad Central desde el 2004. Labora en el Grupo Nación desde el 2013.

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